Al Tall, 1979

por | 16 julio 2019 | Reportajes

 Ilustración del disco por Manuel Boix.

Estamos en un momento de revisión de muchas cosas de las sucedidas entre finales de los 70 y la mitad de los 80. Relecturas de lo ocurrido en el plano político, social y cultural, que incluso ha llevado a críticas ideológicas derivadas del peor sectarismo. No deja de sorprender como muchos de los que se suman a esta nueva moda de criticar el pasado, lo hacen obviando cualquier contextualización.

Esta trampa les permite no solo analizar aquellos años según su sesgo ideológico, sino además cribar lo que para ellos es recuperable o reivindicable en el plano cultural, y muy especialmente el musical, panorama más sufrido y acostumbrado a que se dicten sentencias subjetivas que se imponen como objetivas.

Así, estamos asistiendo a un auténtico revival de descubrimientos de solistas, grupos, álbumes, algunos olvidados en la actualidad pero que fueron un éxito en su momento, y otros que tuvieron muy poco que decir al aparecer, pero que ahora se recuperan como cimas de la música popular a la altura de Bob Dylan, como mínimo. Si existieran las casualidades, se podría aceptar que, en general, entre los artistas pocas veces rescatados para que sean escuchados por las nuevas generaciones, normalmente no aparecen aquellos que tuvieron un compromiso político antifranquista por el que se jugaron sus carreras y su libertad. Víctimas primero de una dictadura y después de una democracia que les negó per se una calidad musical, que solo se acepta para algunos incontestables como Serrat, en el fondo muy a regañadientes y por cumplir el expediente. Un fenómeno que explica cómo no solo se blanquea el pasado de Raphael, sino que además se le conceden las aptitudes artísticas que se les niegan a los anteriores. Tal vez por eso, pasen desapercibidos aniversarios de grupos y álbumes que no solo fueron fundamentales en su momento, sino que el paso del tiempo los ha hecho más reivindicables.

Eso ocurre con los 40 años que cumple Quan el mal ve d’Almansa (PDI, 1979), obra central de Al Tall, grupo valenciano fundamental del folclore estatal y del mediterráneo. Aniversario que está pasando sin pena ni gloria. Recluido a los circuitos de música en valenciano, es hora de que se reivindique este disco fundamental, crisol del mestizaje del cant d’estil, danzas populares y cancionero tradicional valenciano, pero también de las influencias que les llegaban de otros grupos folk de nacionalidades como Nuevo Mester de Juglaría en Castilla, Milladoiro en Galicia y Oskorri en Euskadi. Cuarto disco del grupo, es el más importante de su carrera, ya que fue concebido con una primera parte en la que se desgranaba la Guerra de Sucesión entre Austrias y Borbones, y sus nefastas consecuencias para los territorios de la Corona de Aragón, especialmente el País Valenciano y Catalunya. Inspirándose en una cantata como la que habían desarrollado otros grupos como los chilenos Quilapayún, de gran influencia para Al Tall, o los ya mencionados Nuevo Mester de Juglaría, los valencianos ponen voz y música a una derrota ocultada al pueblo valenciano por sus ocupantes borbónicos que tuvo como consecuencia el Decreto de Nueva Planta de 1716, en el que Felipe eliminaba los fueros, disolvía sus instituciones de autogobierno y prohibía toda lengua que no fuera el castellano.

Así, en la cara A se suceden las siete canciones que desarrollan el título del álbum, y que posteriormente serán las que más aparecerán en sus conciertos en directo. «Dansa de nanos», «Processó» (dividida en tres partes a su vez) «El 2 i el 15», y muy especialmente las tres últimas, «Romanç de cec», clase magistral de como cantar un hecho histórico en tan solo 3 minutos y 42 segundos, «Lladres» con una letra que bien podría hoy servir para reclamar una financiación justa, y la ya convertida en un himno «Cant dels Maulets», acabando la primera cara con una sobrecogedora «Albaes», que demuestra el conocimiento profundo de la música tradicional valenciana que tenían.

La cara B es una sucesión de canciones, que sin seguir esta vez una línea argumentativa única, tratan diversos temas de la actualidad del momento como «Nuclears?…No gràcies!» o «A Miquel Grau», militante comunista asesinado en Alicante por reivindicar el Estatuto de Autonomía. Todas ellas son el complemento perfecto para un álbum que sabe unir el relato de lo acontecido en aquel infausto 25 de abril de 1707, con la problemática del País Valenciano en 1979, que lamentablemente no difería mucho en los dos bandos que en aquel momento se enfrentaban en la llamada Batalla de València, que marcaría para siempre nuestro propio proceso de transición. Pero, a pesar de eso, o incluso gracias eso, escuchar ahora Quan el mal ve d’Almansa, desprovistos de prejuicios sobre la música de autor o el folk de la época, nos hará describir un álbum magistral, rico en influencias de diversas tradiciones de música popular, con una capacidad que no ha vuelto a darse en relatar unos hechos históricos y hacerlos imperecederos. Porque de eso se trata, de una música magnífica que debe de reivindicarse sin vergüenza o prejuicios absurdos, que curiosamente no se tienen con otros discos y autores claramente menores.

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