11 de septiembre de 2013, Bruce Springsteen actúa por primera vez en Chile y, en homenaje a las víctimas de la dictadura militar, canta emocionado “Manifiesto”, una de las últimas canciones compuestas por el músico chileno, publicada de manera póstuma. Afirma: “Si eres un músico político, Víctor Jara sigue siendo una gran expresión. Es un honor estar aquí”. El cantante de New Jersey no solo homenajeaba al chileno, asesinado por los militares golpistas, sino que además se definía así mismo como un músico político, descripción normalizada y transversal a todos los estilos musicales en el mundo anglosajón, sin que ella por sí misma reste un ápice de calidad al que la hace suya.
El 50 aniversario del cruel asesinato de Víctor Jara nos permite hablar de un músico referente por su compromiso, algo que le llevó a perder la vida. El resultado de la despiadada violencia militar aplicada contra un pueblo desarmado fue la toma del poder por parte de una junta militar fascista, que derrocaba al Gobierno de la Unidad Popular, presidido por Salvador Allende y ahogaba en sangre la vía chilena al socialismo. Los militares golpistas llevarían a cabo con precisión artera uno de los mayores genocidios del siglo XX, siendo Víctor Jara, como militante comunista, una de sus primeras víctimas.
Pero dicho esto, hay que poner en valor el gran músico y compositor que fue Víctor Jara, máximo exponente de una corriente musical latinoamericana llamada Nueva Canción Chilena, que avanzaba de la mano de una conciencia por todo el subcontinente americano por conseguir una segunda independencia. Este hecho marcó enormemente a la música popular, ya que por una parte ponía en valor las raíces musicales de los países de América del sur, y por otra se reivindicaba frente a las influencias anglosajonas del rock and roll.
El rock llegaba de la mano de las embajadas, las multinacionales y las tropas de los EEUU, y era consumido masivamente por los sectores privilegiados que tenían acceso al inglés. Eran estos sectores reaccionarios los que manipulaban el rock and roll para diferenciarse de los sectores populares e indígenas, hasta que, a finales de la década de los años 60, las cosas cambiaron. Una de las características de la Nueva Canción Chilena, al igual que más adelante de la Nueva Trova Cubana, es que absorbía directa o indirectamente los estilos anglosajones, como una parte igual de la música popular. Y sería el compromiso político el que los llevaría a ello, gracias a la universalidad de la mal llamada canción protesta.
Jara por Freddy Agurto Parra
La Nueva Canción Chilena tendrá el epicentro en la Peña de los Parra, donde bajo la batuta de la madrina de la música chilena, Violeta Parra, numerosos artistas trabajaran en el conocimiento y evolución del folclore chileno. En la Peña se darán cita el propio Víctor Jara, Patricio Manns, los hijos de Violeta, Isabel y Ángel, así como Rolando Alarcón. Más tarde se añadirán los grupos clave de Quilapayún e Inti Illimani, entre otros.
El momento clave para la música popular chilena fue la creación, en 1968, por parte de las Juventudes Comunistas de Chile, de la compañía discográfica alternativa La Discoteca del Cantar Popular (DICAP). La nueva discográfica grabaría a todos aquellos artistas que no tenían la menor posibilidad de ser contratados por una empresa comercial, debido a sus letras y a su estilo de música chileno. El primer disco grabado fue el cancionero político internacional Por Vietnam del grupo Quilapayún, siendo el segundo álbum en aparecer en la discográfica en 1969, Pongo en tus manos abiertas de Víctor Jara, que con canciones como “Preguntas por Puerto Montt”, “A desalambrar” o la más conocida de todas “Te recuerdo Amanda”, jamás habrían superado la barrera de la censura de la época. El que era el cuarto trabajo discográfico de Jara está considerado uno de los 50 mejores discos chilenos, por parte de la revista Rolling Stone.
El punto de inflexión definitivo sería cuando en julio de 1969, paradójicamente, desde la Vicerrectoría de Comunicaciones de la Universidad Católica de Chile, se patrocinaba el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena. Concebido como una investigación sobre la música popular del país, contaba con actuaciones, mesas redondas entre compositores, productores y periodistas, y un concurso entre doce músicos. La canción de Víctor Jara “Plegaria a un labrador” quedaría en primer lugar, compartiendo el premio con “La Chilenera” de Ricardo Rojas, dándose la Nueva Canción Chilena a conocer así al gran público.
Prueba de que en esta joven generación de músicos no cabían los sectarismos, es que en la misma DICAP grabaron su primer trabajo Los Blops. Este grupo trazó un puente entre el rock and roll, el folk rock estadounidense, y el estilo heredado del folclore andino de la Nueva Canción Chilena, colaborando como banda con artistas como Ángel Parra, productor y colaborador de su segundo álbum, y con el propio Víctor Jara.
De hecho, serán Los Blops los que acompañarán al cantante en la grabación de su tema “El Derecho de vivir en paz”, en 1971. En este tema, dedicado a la lucha del pueblo vietnamita, Jara aprovecha para grabar por primera vez con guitarras, bajo y órgano eléctrico, todo un gesto de simpatía hacia el movimiento pacifista presente en el rock estadounidense. El álbum homónimo, el sexto de su carrera, será grabado también en el sello DICAP, comprendiendo un verdadero compendio de mestizaje musical. A la pieza rock que da el título al álbum, se le une la versión del tema “Little Boxes” de Malvina Reynolds, popularizada por el gran Pete Seeger, que Víctor Jara traducirá como “Las casitas del barrio alto”, o el poema “El niño yuntero” de Miguel Hernández al que el chileno pondrá música un año antes que Joan Manuel Serrat.
Ya en el álbum Pongo tus manos abiertas, Víctor Jara había hecho una versión de la canción de Seeger “If I Had a Hammer”, titulada por el cantante chileno como “El martillo”. Las versiones de Víctor Jara de temas de Pete Seeger, contribuyeron a la entrada en Chile de la música folk estadounidense, de manos de Peter, Paul & Mary, Phil Ochs, Bob Dylan y mediante este último, el rock and roll de The Beatles o de The Rolling Stones.
Cuando Pete Seeger supo del brutal asesinato de Víctor Jara, decidió popularizar la obra del chileno en los EE. UU, comenzando por la traducción al inglés del último poema escrito por Jara el 15 de septiembre, mientras estaba preso en el Estadio Nacional, horas antes de su muerte. Titulado Somos cinco mil o Canto que mal me sales cuando tengo que cantar espanto, fue traducido por Seeger como “Estadio Chile”, le puso música y la interpretó por primera vez en el concierto en solidaridad con Chile de Nueva York en 1974, promovido por Bob Dylan. Pete Seeger grabaría este tema más adelante en su álbum Banks of Marble and Other Songs ese mismo año.
En 1972, Víctor Jara grabaría en DICAP el álbum temático La población, y en septiembre de 1973, también en la misma discográfica, lanzaría Canto por travesura, una colección de canciones tradicionales. En ambos discos Víctor Jara comparte los sufrimientos de la clase trabajadora, y hace del folclore chileno una prolongación natural de su obra. Serían tristemente los últimos discos de un artista que supo demasiado pronto que lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida.