Cabezafuego es un hombre promiscuo: salta de cama en cama, entrelazándose con los más dispares combos. Pero siempre le ha sido fiel a la música; un voto que en la actualidad, dado lo adverso que resulta el entorno, nos habla de una voluntad inquebrantable. Un objeto volador no identificado que se ha prodigado en muchas y muy buenas formaciones (Mermaid, Basque Country Pharaons, Atom Rhumba).
Siempre inquieto, ahora nos plantea una alquimia alborotada con firma propia en Camina Conmigo: un trabajo de inspiración contagiosa en el que colabora con Folc Records y Happy Place Records, compañías que se distinguen por su atrevimiento y refrescante heterodoxia. No teme agitar referentes musicales aparentemente contrapuestos en un cocktail rotundo, con toques excitantes, que podría resultar insalubre pero que milagrosamente adquirió coherencia en un proceso de maduración que se prolongó durante tres años. La bendición melódica le acompaña durante todo el viaje (“Resaca de un bohemio”, “El traje del emperador”), incluso cuando derrapa hacia la psicodelia (“Camina Conmigo”, un guiño al mundo delirante de “Twin Peaks”) o se acerca a lo progresivo (“Meteoritos”); en otros momentos no sabremos muy bien lo que está haciendo (“Cruces de Hierro”), pero ya nos ha conquistado sin remedio.
Se distancia de las letras difíciles de descifrar y que poco o nada significan que contagian buena parte del panorama musical actual y apunta sobre las incongruencias que la escena conlleva. Sin embargo afirma que no pretende convertirse en juez de nadie y que resultaría absurdo que alguien se ofendiera por algo que simplemente pretende ser una celebración.
Canciones inteligentes en tiempos de crisis y estafas; ágiles viñetas cotidianas, basadas en hechos reales, capacitadas para desafiar ceños fruncidos y desterrar la obviedad. Puede recordarnos a Vainica Doble, el candor lo- fi de Daniel Johnston o el desparpajo sin freno de Jonathan Richman, pero siempre late en la base el impulso de los Ramones, The Clash o The Pogues -las músicas que hicieron que Cabezafuego vibrara en su adolescencia.