Canciones tan tiernas como un abrazo

por | 3 junio 2024 | Conciertos

Las colas para ver a Taylor Swift en la Castellana, el uniforme de colegial de Angus Young en Sevilla, PJ Harvey bajo la lluvia del Primavera Sound, la euforia desbocada tras el gol de Carvajal, Trump y Camps For Presidents. Los tiempos acelerados acumulan tantos impactos que se hace difícil encontrar un poco de tranquilidad. Ni siquiera las salvajadas del ejército de Netanyahu se libran de fundirse con el ruido de fondo. Junio arrancó con chubascos dispersos, pero pronto subirán las temperaturas. Tiene pinta que este verano volverán los récords en el turismo y en la climatología. Iban a bajar los tipos y ahora repunta la inflación, la banca siempre gana ¿Podremos hacer algo con la plaga de los apartamentos turísticos? Ojalá la ultraderecha obtenga peores resultados de lo que auguran las encuestas. Las noticias de Ucrania hace tiempo que nos llegan sin brillo, parecen tierra reseca. El pasado viernes actuó Robert Forster en nuestra ciudad. El australiano dio un concierto estupendo, solo quería que lo supieran.

El club casi se llenó, fue muy reconfortante comprobar que hay un público del siglo veinte que afronta la gran disrupción tecnológica dispuesto a defender sus posicionamientos estéticos. No es conservadurismo es pura necesidad. El señor Forster lo entendió así y desde la tarima del Loco se proclamó heredero de Lou Reed, David Bowie, Tom Verlaine, Jonathan Richman, David Byrne y Bryan Ferry. Todos sabíamos de lo que estaba hablando. Pasadas las diez arrancó el concierto. Se presentó sólo con sus canciones, una guitarra acústica, la intimidad de las luces de la sala y el buen hacer de Víctor en la mesa de sonido. Es jodido tocar un viernes por la noche porque hay más excitación, muchos nos encontramos después de semanas, nos saludamos y levantamos una polvareda de murmullos que cuesta sofocar. Sobrado de carisma, el de Brisbane no tuvo que levantar la voz, empezó a cantar como si recitará y todos guardamos silencio. Había que estar atentos

Se presentó Mr Forster tan elegante como esperábamos, con una camisa entre azul y gris de manga larga y unos pantalones oscuros. El compositor de Inferno ( 2019) parecía tener menos pelo que en los carteles y estar más delgado. Alto, frágil y pálido como una figura del Greco siempre se le vio cómodo en ese formato íntimo. De vez en cuando, como un artesano que explica su trabajo con cariño, nos fue regalando anécdotas. Hablaba con un inglés pausado y una dicción excelente. Todo lo que hacía y decía nos importaba. Cantaba y se movía con ligereza. En los pasajes más difíciles le tocó concentrarse en la guitarra. Apenas necesitó unos minutos para situar el tono de la velada entre lo confesional y lo vibrante. Estaba tan confiado que empezó a deambular por el escenario como si quisiera ocupar todo el campo de juego. Había conseguido que voz y guitarra sumarán más de lo que aportan por separado. Si hubiera venido con banda habrían sido invencibles.

La elección de los temas fue todo un acierto, el setlist combinó piezas de su etapa en solitario y algunos de los clásicos que compuso para de The Go-Betweens. She is a Fighter sonó a reivindicación, Was There Anything I Could Do? a desafío, Born to a Family a reconocimiento, Right Here a pura emoción. No se pueden imaginar lo bonito que fue cuando de repente parte del público arrancó a cantar el estribillo, fue como romper a reír o a llorar, un desahogo que agitó el aire y nos erizó la piel. Poco después volvió a ocurrir lo mismo y al final, en la despedida, nos invitó a hacer coros. Fue muy fácil reconocernos en una forma de entender el pop que aprendimos de adolescentes. Dice Fernández Mallo en Madre de corazón atómico ( 2024) que la identidad es el único asunto que merece la pena pensar aunque no podamos llegar a resultado alguno. Con algunas de esas composiciones forjamos nuestra personalidad. En un mundo que parece transitar su etapa de centrifugado, nos hizo mucho bien un rato de sosiego. Créanme si les digo que en más de una ocasión las canciones nos sonaron tan tiernas como un abrazo. Nos hacían falta. Gracias Víctor por la iluminación y la calidad del sonido y muchas gracias Robert por todo lo demás. Estuvo muy bien.

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