Si bien podríamos situar el germen del rock cantado en castellano en las bandas mexicanas que traducían los éxitos de las listas estadounidenses, ninguna escena ha tenido tanta repercusión e influencia en el desarrollo musical de nuestro país como la argentina. A lo largo de las décadas, desde los lejanos años de Moris, Miguel Abuelo o Aquelarre, a los más cercanos Calamaro, Rot o Sergio Makaroff, se han ido creando unos férreos vasos comunicantes entre ambos países; una ruta de ida y vuelta, que ha ayudado a configurar la identidad del rock ‘n’ roll nacional. Siguiendo esta tradición, Cápsula han sido la penúltima banda que, para nuestro regocijo, ha cruzado el Atlántico para refugiarse en tierras españolas, convirtiéndose así en una de las agrupaciones más interesantes y potentes que podemos encontrar dentro de nuestra geografía.
La andadura musical de Cápsula se inicia en la Argentina de finales de los 90’s con la edición del disco “Sublime” (La Nena Records, 1998), un álbum impregnado de guitarras contundentes y melodías oníricas, fuertemente influidas por la vertiente más experimental de los orígenes del rock argento, con Almendra y Color Humano como referencias más inmediatas. La lírica de Cápsula muestra una delicada ambigüedad, creando pasajes altamente sugestivos que enlazan a la perfección con la atmósfera abigarrada de la estructura musical.
Al año siguiente publican “Yudoka” (La Nena Records, 1999), donde comprobamos que la huella de Luis Alberto Spinetta sigue presente en unas letras cada vez más crípticas pero adornadas con una poética poderosa, acompañadas de una estupenda instrumentación de corte psicodélico; en la que las guitarras adquieren mayor protagonismo a base de incesantes punteos, loops y reverberaciones, conformando un manto sonoro que transporta al oyente en una fascinante travesía a través del tiempo y el espacio. A comienzos del nuevo milenio, la banda decide cambiar de aires y establecer su nueva base de operaciones en Bilbao, odisea en el espacio donde graban la que será su tercera referencia discográfica; el deslumbrante “Cápsula” (Hotsak, 2002) en el que mezclan con maestría una marcada actitud garajera con unas bases rítmicas deudoras del post-punk y la new wave, desarrollando un sonido denso y contundente que se asocia instantáneamente con Nick Cave o Einstürzende Neubauten.
Sus siguientes lanzamientos, los fantásticos “Songs & Circuits” (Liliput, 2006) y “Rising Mountains” (BCore Disc,2009), rezuman la urgencia y la adrenalina heredada delmejor punk neoyorkino; con canciones directas y contundentes,pero sin perder un ápice de sofisticación, desarrollanun sonido lleno de energía, clásico y atemporal querecuerda tanto a The Velvet Underground y The Stooges,como a Television y David Bowie. Su confirmación como referente indiscutible dentro del panorama rock nacional vendrá de la mano del LP “In the Land of Silver Souls” (BCore Disc, 2011), un incansable torbellino de ruidosa psicodelia, oscura furia punk y primitivos rugidos rockeros que flotan en medio de atmósferas espaciales; donde las guitarras no dan respiro al oyente, arrastrándolo a una pulsión incontrolable de moverse al compás, en un sudoroso y efervescente ejercicio de paroxismo emocional.
En la misma línea concurren “Dreaming of Ziggy Stardust” (Hotsak, 2012), una espectacular recreación en la que llevan a su terreno el imprescindible disco de David Bowie, y “Solar Secrets” (Hotsak, 2013) hasta la fecha la última parada en una carrera fructífera, intensa y activa como pocas. Sin embargo, es en los directos donde Cápsula ponen toda la carne en el asador, ofreciendo recitales que son auténticos desparrames de fuerza, brío y pasión; puro rock ‘n’ roll para llevar al respetable a las mayores cotas de excitación imaginables, como podremos comprobar el próximo 12 de diciembre en el 16 Toneladas. Una cita ineludible para todos aquellos que quieran disfrutar de una experiencia musical inolvidable.