Cinco discos valencianos para un verano atípico

por | 30 junio 2020 | Música

DISCOS VERANO BEAT 2020

LAURA ESPARZA I CARLOS ESTEBAN MARE NATURA (La Fera CC)

No hace tanto lo folclórico parecía estar confinado a guetos que, a menudo, eran vistos con recelo. En el siglo XXI esta herencia está siendo iluminada desde otro prisma por artistas de intenciones tan diversas como Rosalía, Maria Arnal i Marcel Bagés, Niño de Elche o Rodrigo Cuevas. A este linaje pertenecen también, por derecho propio, Laura Esparza i Carlos Esteban; a él ya lo conocíamos de VaDeBo y La Caravana, pero, junto a Laura Esparza, el de Burjassot ha trenzado un proyecto en el que apunta a una hibridación genérica que también juega con la canción de autor y cierta sensibilidad indie. Mare Natura es su particular viaje a la raíz, a las esencias. Un debut que compone un cancionero brillante que depara infinitas sorpresas sonoras a través de sus colaboraciones (Vera Carrión, Ona Nua, Carles Zapater…) y unos arreglos que no temen entrelazar lo tradicional (guitarra española, panderos) con toques electrónicos.

PAU ALABAJOS LES HORES MORTES (Rgb Records)

Cuando Pau Alabajos compuso Les hores mortes, no podía imaginar que el mundo se detendría durante meses debido al confinamiento que nos impuso el avance de la covid19. El disco, publicado a comienzos del pasado marzo, poco antes de que la pandemia lo paralizara todo, parte del verso de Miquel Martí i Pol que le da título para trazar una hermosa reflexión sobre los momentos en los que el tiempo parece suspendido. La poesía, de nuevo, vertebra el cosmos creativo de Alabajos a través de sus propias palabras, en un gesto íntimo, siempre con vocación confesional; pero el músico también agita liras ajenas, una labor en la que brilla como pocos. Si Home natura, su anterior empeño, era un trabajo conceptual en torno a Estellés, en Les hores mortes convierte en canciones tres poemas de Miquel Martí i Pol. Composiciones que se presentan vestidas de domingo, con sintetizadores que se entrelazan con chelos y violines que conspiran para tensar su sentido narrativo con un punto casi teatral; pequeñas piezas de cámara con entidad propia. Sin embargo, el ensimismamiento no hace que el cantautor abandone el compromiso, otro de los firmes vectores de un disco que apunta contra el machismo o la necesidad de seguir reivindicando las cicatrices de la Historia.

POLOCK ROMANCE (Autoeditado)

La música en castellano tiene más aceptación que nunca; lejos quedan los tiempos en los que los grupos españoles se camuflaban bajo un barniz anglosajón para parecer modernos. Polock lo sabe y lo aplica en Romance. Pero este giro no pasa de ser anecdótico; se trata de un trabajo en el que las constantes que han ido perfeccionando a lo largo de sus más de diez años de trayectoria se despliegan en uno de sus momentos más certeros. Un disco conciso en el que su indie-pop de antaño, el que remitía a Phoenix, se contagia de ritmos urbanos e incluso abraza el autotune («No te atreves» podría propiciar un idilio con C. Tangana). Todo ello es manejado con habilidad, sin renunciar a su habitual poso clasicista, en un empeño complejo. Cada canción acecha su propia brujería sónica, bendecida por una aplicada labor de producción. «Stranger Things», por ejemplo, es una de sus creaciones más despojadas; sus sonidos añejos contrastan con el baño de actualidad al que aspiran el resto de las canciones.

CAPELLA DE MINISTRERS SUPER LAMENTATIONES (Cdm)

A parte de Jordi Savall, sería difícil dar con otro artista español dedicado a la música antigua con una discografía tan prolífica y compleja, sobrepasa ya el centenar de títulos, como la de Carles Magraner. En este último ejemplo, al frente de Capella de Ministrers, el músico se lanza a exhumar la obra polifónica del sevillano Cristóbal de Morales, compositor al servicio de Carlos V, hoy algo oscurecido por la fama de Tomás Luis de Victoria. Magraner se centra en sus Lamentaciones (dos de ellas vertidas al disco por primera vez), un género cultivado desde el siglo XVI hasta la actualidad, que se engarza en el Oficio de Tinieblas, una ceremonia litúrgica que recorre los distintos pasos del vía crucis de la Semana Santa. En la música religiosa de Morales late sin embargo una buena dosis de humanidad, que salta del entusiasmo al sufrimiento, pintados con colores más vívidos de lo que era habitual en la época, a través de recursos de sorprendente modernidad y riqueza. La rigurosa visión de Magraner aleja a Morales del misticismo para redescubrirlo como un agudo observador de lo humano, al tiempo que lo reivindica como uno de los grandes creadores de su tiempo.

ESJAVA DONDE NACE LA LUZ (Leima Records)

Parece que fue Unamuno el primero en proponer el término «sororidad» para describir la hermandad entre mujeres; aunque ha sido en los últimos años cuando esta palabra ha levantado el vuelo, al dar nombre a un pacto social, cada vez más clamoroso, de mujeres que pretenden remar juntas hacia una igualdad todavía no consolidada. «Sororidad», punta de lanza de Donde nace la luz, se inspira en una realidad tortuosa para construir todo un himno, uno de los eslabones más conseguidos, y extrañamente luminosos, del segundo trabajo de Esjava. La banda ahonda en el sonido indie amable de su debut, Donde mueren los miedos, recorrido por influencias que van desde Vetusta Morla a Arcade Fire y Glen Hansard. Pero, a pesar de no desvincularse de las coordenadas con las que se dieron a conocer, es evidente que asoma una madurez creciente en el mayor riesgo de los arreglos y las letras. Todo ello invita a seguir con atención sus siguientes pasos.

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