El cielo de Valencia ilumina Lavapiés. LUCE expone en Madrid Nuevos Centros

por | 1 abril 2025 | Exposiciones

Fotos: Toni Moratalla

La oportunidad de intervenir en la línea del horizonte era demasiado atractiva para no intentar un desafío tan enorme. La ciudad que le brindó paredes desconchadas, señales oxidadas, lonas descoloridas, edificios abandonados y carteles publicitarios medio huérfanos le ofreció de repente la posibilidad inesperada de intervenir en el imaginario de su adolescencia. El desafío era una auténtica locura, el tamaño de las letras y las dimensiones del conjunto lo hacían casi inabarcable. Desde el pasado 23 de marzo y hasta el 25 de mayo la galería 1 Mira Madrid expone en su espacio de Lavapiés los resultados de esa aventura bajo el sugerente título de Nuevos Centros.

¿Algunas cosas importantes las íbamos buscando o nos las encontramos por casualidad? En la obra del artista valenciano esta incógnita se presenta con frecuencia. Dar vueltas a la deriva por calles y plazas, explorar la periferia y los pliegues de la trama urbana, escribir su nombre o variaciones del mismo en farolas y puertas carcomidas. Taladrar palabras en paneles de publicidad medio olvidados que se iluminan al atardecer al encenderse las farolas. Encerrarse semanas en una nave abandonada de un polígono arrasado por la crisis de 2008 para pintar enormes lonas que había encontrado en un contenedor. Trabajar con botes aplastados por los camiones. Recortar toldos descoloridos que recuerdan tiempos mejores. Recurrir a pinturas caducadas y a materiales desahuciados por la obsolescencia del capitalismo voraz. Encontrar una segunda vida para las gomas que la gente olvida. Enfrentarse al reto de escribir sobre las letras enormes que el centro comercial había decidido reemplazar. Desde los tiempos de los grafiteros hasta la entrada rutilante en el sistema del arte siempre se trató de poner en valor lo que habíamos desechado por inútil.

Andaba LUCE (Valencia, 1989) con un amigo recorriendo algunos de sus lugares favoritos cuando al abordar la terraza del centro comercial de Campanar se encontraron con que estaban desmontando las luces del enorme luminoso. UEVO CENTRO. Estaban todas las letras menos una N. Preguntó si se las podía llevar, porque las iban a tirar, y le dijeron que sí, siempre que desaparecieran de allí lo antes posible. Llevarse todo aquello no iba a ser fácil. Encontrar un sitio donde dejarlo tampoco. Colocarlos después en las tres habitaciones de la galería trabajo de precisión para relojeros suizos. El entusiasmo de su galerista Mira Bernabéu fue un acicate y la ayuda de amigos como Fer (Lebrel ), Marian, Julio o Toni fundamental para superar el desafío. Camiones, furgón, grúa, operarios experimentados. Un despliegue sin precedentes. En las instalaciones de Agrosemillas (El Peral, Cuenca) encontraron las infraestructuras y el espacio suficiente para depositar todo aquello. Llegaron entonces semanas de trabajo arduo para convertir las letras desahuciadas en obras de arte. Fue el momento de contar con Jaume y Samuel para rematar con éxito la empresa. La planicie de la Mancha siempre tuvo algo de postal del medio oeste. Esas semanas en lugar de sonar música country y americana sonó trap y reguetón. Los tiempos habían cambiado.

Nuevo Centro se inauguró en el 18 de noviembre de 1982, era el segundo espacio de este tipo que se creaba en España y parecía la respuesta optimista a la crisis de los setenta. El nuevo capitalismo postfordista daba sus primeros pasos y estaba claro que el consumo iba a ser una de las utopías a nuestro alcance. Como apuntó Lipovetsky era el nuevo estilo del mundo. La posibilidad de que brotarán nuevos centros en las periferias, donde el suelo era más abundante y asequible, pronto se reveló como una estrategia generalizada en las urbes del capitalismo global. El extrarradio fue incorporando nuevas funciones urbanas y nuevas dotaciones sin perder del todo ese aire de espacio heterogéneo, discontinuo y proclive a los hallazgos y la aventura.

Es imposible imaginarse el cielo en esa parte de Valencia sin el azul del luminoso de Nuevo Centro ahora travestido de blanco pálido, sin el verde apagado del Corte Inglés, sin el amarillo austero que coronaba el Expo Hotel y que ahora se ha bautizado como Novotel y sin el rojo vintage del Hotel Turia, muy cerca ya de la Estación de Autobuses. LUCE sabía todo esto cuando empezó a esbozar formas de devolver el aura a esos materiales de escombrera. Con su mirada profundamente estética, su pericia en los acabados, su acercamiento entre ingenuo, tierno y lúdico, sus tipologías forjadas en mil batallas, sus palabras de algodón, sus frases como susurros, el uso sutil de la luz y la determinación férrea por ser coherente con su trayectoria y honesto con sus principios ha conseguido una colección de piezas monumental, rotunda, de acabado impecable y con una polisemia que invita tanto a la reflexión como al disfrute sensorial. Es cierto que la exposición esconde el aroma de un tiempo que se nos fue, pero la capacidad de emocionar e iluminar son nuevas.

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