Cualquier año es bueno para recordar los álbumes, los singles, las películas o la separación del cuarteto de Liverpool, aunque los años o las décadas se empiecen a acumular. Cada reedición de sus discos contiene algún elemento novedoso y es devorado por las nuevas generaciones como la inspiración musical que necesitan para intentar hacer algo nuevo o, como mínimo, no repetitivo. Así la reedición de Abbey Road, su último álbum de estudio, ha sido todo un acontecimiento mundial, como el aniversario de su penúltima sesión de fotos cruzando la calzada más famosa del mundo.
La historia que nos ocupa arranca hace 50 años. The Beatles dicen adiós con un álbum sobresaliente de afilado rock and roll en su cara A, y destellos de ópera rock en su cara B, con un final donde se entrelaza el primer y único solo de batería de Ringo con una sucesión de punteos del resto del grupo, terminando con una única nota de piano en suspenso mientras Paul se despide en nombre de grupo cantando The End.
McCartney anunció la separación oficial el 10 de abril de 1970 comunicando que dejaba el grupo. Lennon, que había estado más dentro que fuera los meses posteriores a la película Let it Be, no perdonó nunca a su compañero que le pisara la noticia de la disolución de la banda que él creó en 1957. A partir de ese momento, John Lennon iniciaría una injusta cacería de todo cuanto hiciera su antiguo compañero, menospreciando su música y llegando incluso a renegar del propio George Martin.
En esos momentos Paul se encuentra aislado, deprimido e inseguro, harto de ataques infundados de una prensa musical que inicialmente se pone de parte de John, tildándole de blando, comercial, inconsistente, e incluso de conservador, a pesar de que este siempre fue el beatle laborista más consecuente de los cuatro, y el más introducido en la vanguardia artística de los sesenta. Nos cuenta Diego Manrique que «mientras los otros tres beatles languidecen en las mansiones de las afueras para millonarios, es Paul quien empuja la evolución del Swinging London hacia la cultura underground», (Rolling Stone, nº149, marzo 2012).
En 1972, tras el vapuleo que recibe su álbum Wild Life (primero de Wings), Paul pone rumbo con su inseparable Linda y su hija Stella, a un país cuyo aislamiento político y cultural será la mejor de las ayudas para volver a componer al nivel que su genio se merece: la España del final del franquismo. La localidad elegida es el municipio de la Vila Joiosa, en la Marina Baixa, alojándose en el Hotel Montíboli. La visita del beatle fue recogida por la prensa de la época. Así, el periódico Información, de Alicante, lo entrevistó a finales de junio de 1972, dando la oportunidad a Paul de publicitar su nueva etapa postbeatle. El fotógrafo José Crespo Colomer pudo fotografiar una excursión de las niñas y niños huérfanos de la Casa de Beneficencia de Alcoi, y sus monjas cuidadoras, junto a Linda y Paul en la playa de la ciudad costera.
© José Crespo. Vila Joiosa, junio 1972.
La estancia de Paul en la Vila Joiosa será absolutamente fructífera y supondrá el retorno de McCartney por todo lo alto. Es en el Hotel Montíboli donde compondrá canciones que integrarán dos de sus mejores álbumes en solitario Red Rose Speedway y Band on The Run. Sendos discos, aunque grabados respectivamente en Gran Bretaña y en Lagos (Nigeria), fueron concebidos en su retiro valenciano. Se reencontró con el canon musical beatle y volvió a bordar obras que serán fundamentales en la historia del rock. Amplió su nueva banda con músicos más que solventes como los guitarristas Denny Laine y Jimmy McCulloch y el baterista Joe English. El propio Lennon afirmó que «Band on The Run es un gran álbum. Wings es una banda casi tan conceptual como la Plastic Ono Band. Puedes seguirles llamando Wings, pero solo es música de Paul McCartney. Y es una música excelente» (Lapuente, Luis. «Paul McCartney. El arco de la emoción:1970-1980”. Cuadernos EfeEme, nº16. Verano 2018). Iniciada la segunda mitad de los 70, Lennon sería consciente de lo desacertado y falso de sus ataques, iniciando un tímido acercamiento a McCartney, reconociendo su genio compositor. De hecho, será una canción de Macca (Coming up) la que animará a Lennon a volver a los estudios.
La canción compuesta en el Hotel Montíboli con mayor repercusión fue sin duda “Hi, hi, hi”. La BBC que ya había prohibido en 1971 la política y reivindicativa “Give Ireland Back To The Irish”, volvía a la carga prohibiendo la canción escrita en tierras valencianas. El motivo en este caso no fue político, sino por hacer apología de las drogas y el sexo. Así, frases en las que literalmente McCartney habla de «colocarse» o de «hacerlo con ella» son prohibidas por obscenas e irreverentes. De esta manera, Paul no solo reafirma su calidad musical, sino que además consigue que dos de sus mejores canciones queden prohibidas por la censura, cosa que no le pasará jamás a ningún otro beatle, ni siquiera al rebelde Lennon. Y lo mejor es que la ignorancia de la lengua de Shakespeare por parte de la censura franquista de la época, hará que “Hi, Hi, Hi” sea número 1 en las listas españolas durante cinco semanas.
Pocos se imaginarían que sería en aquella España, atrasada y gris, donde Paul McCartney encontraría la inspiración necesaria para volver por todo lo alto y revindicar el puesto que merecía en el rock and roll. Y todo, gracias al hotel que le devolvió la inspiración de una localidad de la costa alicantina llamado Montíboli, y al que dedicaría su canción “Hotel In Benidorm”. Paul veía así cumplido lo que cantó al final de Abbey Road: «And in the end, the love you take is equal to the love you make», (y al final, el amor que recibes es igual al amor que das).