Eli “Paperboy” Reed y los rituales del show

por | 22 abril 2024 | Conciertos

Fotos Marcos Rubio

Hay músicos convencidos de que el compromiso con sus canciones pasa por llevar al directo un ritual lleno de gestos, proclamas y exhibiciones de fe que expliciten sin matices su pertenencia a la gran tradición de esas músicas que los cobijan. –¿Estamos juntos en esto?– Nos preguntó el músico de Boston en reiteradas ocasiones. Si su intención era alcanzar la intensidad de los oficios religiosos el arranque del concierto se pareció más a un late night televisivo que a una misa evangélica. ¡Ladies and Gentleman Misterrrrrrrr Ilayyyy Peiparboy Riiiiiiidd!

Una valla amarilla en la acera a la altura de la entrada y la agitación de personas arremolinadas apurando sus cigarrillos nos advirtieron que iba a ser una gran noche. Qué importante es interpretar bien las señales, Putin pensó que lo de Ucrania lo resolvería en un fin de semana y miren ustedes el desastre. Nosotros acertamos y el Loco Club se llenó pronto con un público que sabía a lo que venía; muchos repetían. En tiempos de Tinder y amores líquidos se agradecen ciertas fidelidades. Regresaba el cantante norteamericano con un recopilatorio de canciones, Hits and Misses, grabadas en formato de singles desde 2008 y ahora recogidos en elepé. Cualquier otra razón hubiera sido igual de buena viendo la respuesta del respetable.

El show arrancó potente con la banda entregada a un instrumental para dar la bienvenida al norteamericano que abordó el escenario empuñando su guitarra. Lucía camisa de tono suave y unos pantalones de azul intenso. Iba peinado hacia atrás amagando tupé y exhibía un afeitado tan pulcro que casi podíamos intuir el olor a aftershave. A su espalda, teclados, bajo, batería, trompeta y saxo se empleaban a fondo. En un español atropellado nos prometió el mejor jamón, las mejores canciones para la noche. Nos tenía en el bolsillo.

El góspel, la tradición del delta, el soul del sur, Otis Redding, Wilson Pickett, el rhythm and blues, la americana, el country y la ética protestante del trabajo. El chico de ojos claros nos informó que por la mañana se había levantado en una ciudad a cientos de kilómetros y ahora lo teníamos dispuesto a todo, siempre que estuviéramos juntos. Tiene Reed una voz versátil que va desde el rasgado casi histriónico hasta lo suave y bien modulado que utiliza en las piezas más extrovertidas. Su presencia resulta tan central como la del predicador. Explota bien sus condiciones y no renuncia a los trucos del prestidigitador. Habla después de cada canción, nos reclama adhesión en su castellano complicado o en inglés, se separa un momento del micro para cantar a capella e imponer el silencio, se encoge, se estira, fuerza una postura, un escorzo, se acerca al público, cierra los ojos y vuelve a forzar la voz con pasión. Para nuestro paladar aburrido demasiados elementos en la coctelera.

El público lo pasó muy bien, la banda llena de músicos españoles sonó impecable, el creador del recomendable Roll With You ( 2008) estuvo solvente. En la hora y media de concierto, sonaron muchos de sus temas más conocidos. Bailamos piezas vibrantes como Am I Wasting My Time? Come and Get It y Take My Love y nos dejamos arrastrar por esos medios tiempos llenos de intensidad y pasión. Para el cierre definitivo se reservó Walkin and Talkin y Explosion ¿En qué momento pensó el de Massachusetts que sería una buena idea ponernos en cuclillas mientras iba contando uno, dos, tres,… a la espera de la traca final? Hay cosas que llegan tarde para los que nos hemos educado en el pop ensimismado y algo descreído. Nos fuimos del club convencidos de que habría que hacer algo para reforzar articulaciones y mejorar la flexibilidad. Los tiempos cambiantes nos demandan que seamos cada vez más versátiles. ¿Tendrá impacto esa retórica fuera del circuito del soul?

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