Euskadi, años 80. Crisis económica, tasa de paro brutal, ETA, GAL, irrupción a saco del jaco entre la juventud… Malos tiempos para la puta lírica. En medio de este polvorín, el estallido sónico parecía inevitable. Y en medio de la deflagración, aparece una banda a la que la etiqueta de anti-todo se le queda corta.
Reniegan de la pertenencia al llamado Rock Radical Vasco, antes de grabar su primer álbum ya han sido detenidos y se les ha aplicado la Ley Antiterrorista cuando la policía les detiene en posesión de su primera maqueta y escucha el contenido de las letras, y facturan himnos generacionales para un público que, más que desencantado, está hasta los huevos. ¿A que esto último les resulta familiar? Señoras y señores, con todos ustedes, Eskorbuto.
El grupo se forma en 1980 bajo la influencia de otro estallido, concretamente el del punk que llega de la pérfida Albión en una época en la que las listas de éxitos nacionales estaban copadas por infraseres como Camilo Sesto, Los Pecos y Víctor Manuel, y los de Santurce no se andan con rodeos: es hora de dejarse de las chorradas del “yo te quiero-tú me quieres-vamos a planificación familiar” para armarse de tres acordes y berrear una realidad desoladora. Ellos mismos sacan pecho y proclaman con orgullo: «Somos la banda más honrada que ha pisado este planeta en millones de años, y no somos honrados». Tras varias maquetas y epés llega en 1985 Eskizofrenia, su primer álbum, en el que presentan sus credenciales de mugre, furia, velocidad y pesimismo existencial y en el que podemos encontrar himnos como “Mucha policía, poca diversión” u “Os engañan”.
Conscientes de que la III Guerra Mundial ya ha empezado, la de los que lo quieren todo contra los que se quedan sin nada, Eskorbuto eligen su bando, se meten hasta el cuello en la trinchera, y en lugar de cantar, disparan. Tan solo un año después, llega Anti todo, una de las obras cumbres de la historia del punk español, por parte de un grupo que sin renunciar a sus postulados se ha hecho ya un nombre en el panorama estatal hasta el punto de haber llegado a actuar incluso en “La Bola de Cristal” de TVE, algo impensable en los tiempos que corren, en los que la represión ya llega hasta el punto de tener que vigilar qué chistes se pueden hacer o no en las redes sociales.
La vertiginosa carrera del grupo proseguirá con la creación de su propio sello discográfico, Buto Eskor, con una gira por México y con la edición de tres álbumes más, Los demenciales chicos acelerados, La más macabra de las vidas y Demasiados enemigos hasta que en 1992 fallecen Iosu Expósito y Juanma Suárez, dos de los miembros originales del trío, dejando únicamente desde entonces a Pako Galán, el batería, tirando del carro desde entonces hasta 2016, una época en la que vivimos inmersos en otra crisis económica, una tasa de paro brutal, cientos de miles de jóvenes teniendo que emigrar para buscarse las habichuelas…
A la espera de un nuevo estallido sónico libre de domesticación a la altura de los tiempos que corren, nos queda disfrutar de estos históricos del punk cuyo cancionero sigue resultando tan vigente hoy en día como en el momento en que fue compuesto. Ya lo decía André Gide: “Todas las cosas han sido dichas ya, pero como parece que nadie las escucha, hay que volverlas a decir”. Y para eso están los Eskorbuto.