Pocos músicos han tenido una presencia más constante y multiforme a lo largo de la última década en Valencia que Jose Guerrero (Alicante, 1979). De hecho, tres de sus formaciones – Betunizer, Cuello y Jupiter Lion – aparecen en la lista de los mejores ochenta álbumes valencianos del periodo 2010-2019 elaborado por Beat Valencia. Su nueva criatura, una más que sumar a las ya mencionadas, o también a Rastrejo y a Segunda Persona, se llama Chavalan, y viene a dar continuidad – aunque de forma diferenciada – a los extintos Betunizer. Su debut, Un aire visible (Mascarpone, 2019), también presente en otra lista de esta publicación, pero en este caso entre los mejores diez discos del 2019, será presentado el próximo 17 de enero en la 16 Toneladas, antes de continuar gira estatal y europea, pero el talente poliédrico de su vasta obra bien vale que nuestra conversación con él trascienda los rigores promocionales de un disco en concreto para profundizar en una carrera tan prolífica e inagotable como la suya.
Cuando se habla de ti como un músico incombustible, ubicuo o hiperactivo, que son adjetivos que todos te aplicamos, no pensamos en que en realidad lo que tú representas, que es el músico full time, debería ser la norma, y no la excepción. Quizá deberíamos empezar a normalizar eso.
Me acuerdo de que en una entrevista contigo, al hilo de Gran Veta (2013), de Betunizer, nos preguntabas si vivíamos de la música, y te contestamos que no, porque todavía hacíamos muchas otras cosas. Justo después, Marcos (Junquera) y yo empezamos a centrarnos más en la música. Y una vez te dedicas a ello, ¿qué haces si no? Si ganas 7.000 euros al mes igual puedes estar un día tumbado en la piscina, que tampoco es eso, porque para mí es un placer dedicarme a esto. Preferiría que la gente se centrara más en la música que en calificarme de incombustible o de cualquier otra cosa, o no en si le dedico más o menos tiempo. Es normal, porque todos nos centramos en la persona cuando hablamos de músicos, pero ya está bien, ¿no? (risas). Durante el tiempo en el que he trabajado en otras cosas distintas a la música, yo veía un tope porque no tenía la misma implicación que los demás. Mi formación me ha valido para hacer trabajo de mastering ahora mismo, masterización de discos, que es algo que llevo haciendo desde hace año y medio. Pero también es verdad que yo hoy en día no solo vivo de tocar, claro. Hago mastering, llevo el sello (Mascarpone), y picoteando de aquí y de allá, al final vives. Pero lo normal es estar de gira o tocando. Y me gusta. Hay gente a la que no le gusta girar mucho. Y yo lo entiendo. Es cansino, duro, tienes que conducir. Pero a mí me gusta conducir, viajar y conocer gente.
Habrás tenido algún momento de esos de querer tirar la toalla, ¿no?
Todos los días. Es imposible saber si lo que haces está funcionando o no. Si vale la pena lo que haces. Nunca te crees del todo el hecho de que lo que haces es bueno. O solo lo crees durante un segundo, cuando estás terminando la canción. Pero luego dudas todo el rato. Yo he aprendido a no darle vueltas. Si tardo más de un segundo en convencerme de que algo está bien, será por algo (risas). Si has de pensarlo mucho, es que no es bueno. O es malo. Hay que seguir la intuición.
También puede ser complicado tener un feedback claro e inmediato por parte de la gente…
Claro, muy poca gente es sincera. Algunos, sí. Pero al final siempre es algo personal tuyo, una lucha interna. Una vez leí que Gloria Fuertes se quejaba de que todo el mundo le decía lo feliz que debía ser, y ella decía que cuando se acostaba por la noche no hacía más que darle vueltas a la cabeza preguntándose si lo que había escrito durante el día era o no era una mierda. Nunca puedes saberlo, es subjetivo.
Se podría decir, de todos modos, que todas tus inquietudes creativas han estado cubiertas en los últimos años con tus diferentes proyectos, ya sean Jupiter Lion, Rastrejo, Segunda Persona, Cuello, Betunizer o ahora Chavalan, ¿no?
Sí, la incontinencia a la que se refiere la gente es porque me apetece mucho hacer esas cosas, me lo paso muy bien y cuando montas otra banda intentas que sea algo diferente. Es divertido, y es de puta madre poder hacer lo que te mola durante siete u ocho años. También te hace pensar en que conviene no gandulear, hacer nuevos proyectos te permite hacer nuevas giras, es una rueda, y si te paras… no puedes estar sentado esperando a que te llamen. Hay gente que piensa que un descanso vendría bien, pero yo me levanto por la mañana pensando siempre en algo que hacer.
Hablabas de lo importante que es la intuición. Y creo que la intuición es fundamental en todos los proyectos en los que te metes. Se nota en el sonido y en los textos, hasta el punto de que creo que localizar unos referentes obvios no resulta fácil, se puede decir que hay un universo propio en todo lo que haces, y no una hoja de ruta premeditada o intelectualizada en torno a qué camino seguir. Entiendo que escuchas mucha música, y muy diferente, pero me da la sensación de que luego no permea en la tuya.
Escucho música todo el rato, soy una persona muy obsesiva con la música y necesito escuchar cosas nuevas, no puedo estar oyendo lo de siempre. Y seguro que me influyen, aunque en tu bagaje siempre tienes aquello que más te marcó cuando eras adolescente o veinteañero. Para mí es un piropo que alguien me diga que es difícil dar con unos referentes en lo mío, porque las bandas que me gustan mucho también tienen de eso. No totalmente, porque algunas son ejercicios de estilo. Pero muchas, sí. Y creo que es importante dejar que todos los miembros de un grupo aporten su granito de arena porque cada uno puede tener una idea distinta sobre cómo debe sonar una canción. Puede parecerle más punk de lo que tú crees, o viceversa. Hay que dejarse llevar y escuchar toda la música que uno pueda. Con una guitarra no puedes hacer hip hop, pero sí que puedes tener esa rítmica en tu cabeza. Yo escuché mucho hip hop con doce o trece años, y hay gente que me ha llegado a decir que eso se nota en mi forma de cantar, aunque no rapee, pero que es muy rítmica. Yo no lo había pensado. Repaso todos los discos que sacan en las listas, y hay discos de hip hop o de trap que me gustan, otros no. Yo creo que estamos en un momento parecido al de los setenta progresivos: hay líneas de bajo como muy complicadas, muchas veces de gente que viene de la Berklee, y un nuevo jazz, y creo que eso va a generar discos buenos y discos malos, como entonces.
¿Crees que la música negra es la que más está innovando ahora mismo?
Sí, eso es así, en el rock es muy difícil ya innovar, en el rock solo te queda hacer buenas canciones y darle tu toque personal si puedes. Pero es que la gente tampoco quiere que innoves, cuando sales un poco de la norma… se nota con Cuello, por ejemplo. No eres suficientemente punk para un festival punk, pero tampoco eres suficientemente melódico o indie para un festival indie. Es un punto intermedio que para mí es bueno: yo veo una banda así y me parece interesante. Pero es difícil que destaques.
De hecho, tú querías que Cuello fueran más pop, pero el bagaje de tus compañeros lo acercaban irremediablemente más al punk.
Aun así, está muy bien lo que ha salido al final, porque la forma de tocar de Óscar (Mezquita) es muy intensa, y para mí todo es muy intenso, pero no entras en muchos sitios, cuando todas las canciones de Cuello las podría tocar con una guitarra acústica y sonaría muy melódico todo. Está hecho aposta así, no me apetece hacer nada oscuro en Cuello, sino algo alegre, emotivo… pero luego la intensidad que le metemos es muy cañera, muy hardcore para algunos. Pero esa mezcla rara es la que lo hace particular.
A veces me imagino la cara de extrañeza que debes poner cuando lees determinados paralelismos con otras bandas, en cualquier reseña de las que podemos escribir sobre cualquiera de tus proyectos.
Algunos de los grupos que se mencionan en las reseñas de Betunizer y de Chavalan nos gustan, pero se nota que nadie sabe muy bien a qué cogerse, porque cada uno escucha la música de una manera. Una vez, mientras estábamos en el local de ensayo, se nos acercó un chico gitano, llamó a la puerta y nos dijo “joder, parecéis los Eagles”. A los Betunizer. Pues igual ese chico, fuera del flamenco, no había oído mucho más que a los Eagles, y fue lo más cercano que le vino a la cabeza. La gente al final te encasilla de una manera o de otra. Por ejemplo, a Fugazi la gente no los nombra mucho, y podrían hacerlo también, al menos por la forma que tengo de cantar, muy chillona.
Tus textos suelen jugar con los segundos significados, hacer juegos de palabras que trascienden su literalidad. Me recuerda a lo que hacen Perro o lo que antes hacían Za!
Tanto Perro como Za! utilizan letras más directas, repiten más las palabras, son más teatrales. Yo me curro bastante las letras por los dobles sentidos. Mucha gente me dice que no estoy diciendo nada, pero sí que estoy diciendo algo, lo que pasa es que si me tengo que poner a explicarlo, pierde el sentido. Algunas pueden parecer chorradas, pero darles un doble sentido hace que parezcan más poéticas. Tratan sobre sensaciones que tiene uno. El miedo, por ejemplo. Miedo al futuro o a la muerte. O esperanzas, o sueños. Cualquiera de mis letras las podría traducir a un registro más directo y se entenderían todas. En Betunizer y en Chavalan son un poco más viciosillas, no de sexo y drogas, sino de instintos primarios, y en Cuello son más emotivas. Y en Segunda Persona aún más emotivas. Alguna de ellas habla de mi madre, sin necesidad de nombrarla. Es jugar según el tipo de música. Escribo mucho utilizando la segunda persona pero en realidad me estoy hablando a mí mismo. Tú tienes tu lucha interna, aunque tampoco se trata de un psicoanálisis para sentirte mejor. Al menos yo no lo hago por eso.
Esa lucha interna es también el motor de la creatividad, ¿no?
Por supuesto. Y lo bueno es que es inacabable. Puedes hablar de todo esto de mil maneras. A veces pienso que me voy a hartar de mí mismo, pero luego siempre llega alguna idea. Al empezar a escribir aparece otra frase, aunque la primera no te convenza mucho, y no es que sea una escritura automática, pero sí que hay algo de abstracción, y al final es como si la propia letra escribiera por ti. Es un poco raro. A veces todas las frases o ideas que has barajado, encajan, y otras veces no sale nada. Al final es como escribir un libro.
Digamos que la forma también condiciona el fondo, que la estética condiciona la ética, y eso hace que la forma final del texto sea por ello imprevisible, algo que crece sin saber muy bien cómo, que se te va un poco de las manos.
Eso es. Y eso es lo bueno, porque no depende tanto de ti. Estás como viéndolo desde fuera. No resulta tan egocéntrico. Cuando uno se toma demasiado en serio a sí mismo, ocurren cosas feas (risas).
¿Piensas en alguien en concreto cuando escribes canciones como “Abusón” o “El mercado de listos”, ambas del disco de Chavalan?
Bueno, en la primera en la gente que abusa, como algo genérico. Y seguramente todos hemos abusado alguna vez. Y la segunda, que es un texto también muy como los que hacía en Betunizer, me da la oportunidad de encajar textos que son de crítica social. Justo lo que te estaba diciendo sobre tomarse demasiado en serio a uno mismo. Yo intento escaparme de eso, aunque todos tenemos nuestro ego. Es imposible salirse de eso, pero intento que no me afecte demasiado. Creo que es malo para mi y para todo el mundo. En “El mercado de listos” no solo estoy hablando mal de los que van de listos, también estoy esa esa lucha que tiene uno mismo por no volverse gilipollas y no querer estar siempre formando parte de ese club. Ya somos bastante gilipollas, no hace falta serlo más. Hay que ser elegante pero respetuoso. Es como burlarte de la gente que va de lista, pero también el miedo a no acabar siendo tú también así. O a ser a veces así.
Ese tipo de letras son más propias de Betunizer o Chavalan que de Cuello, ¿no?
Sí, lo de Cuello es más emotivo. Es más rollo “me lo quiero pasar bien”. Vamos a tirarnos a la piscina, abrázame, salgamos a jugar. Más lúdico. Canciones que expresan el deseo de vivir feliz. Hay mucha gente que escribe desde la tristeza, pero yo lo hago desde la felicidad. No porque sea feliz, porque igual lo eres durante un segundo o un minuto de tu vida, sino desde el deseo de ser feliz, desde la búsqueda de esa felicidad. No desde un rollo negativo de “quiero ser feliz y no puedo”, sino “quiero ser feliz y voy a intentarlo”. Algo más positivo.
Formas ahora Chavalan, con Marcos Junquera y Jussi Folch (Aullido Atómico, Retraseres) ¿Es una forma de dar continuidad a Betunizer, solo que sin Peiró y con dos bajos?
Sí, porque Marcos tiene su forma de tocar, que es muy particular, y tampoco pretendíamos que sonara muy diferente. La idea era hacer algo también muy rítmico. Yo me pasé al bajo porque me apetecía cambiar. Por cambiar el color un poco. Al final, canto yo, toca la batería él, y eso genera muchas similitudes, pero en el fondo es diferente.
No deja de ser un concepto de la música muy físico, como en Betunizer…
Sí, y muy rítmico. No se puede decir que no sea parecido.
Habéis grabado con Santi García a la producción, con quien ya habíais trabajado en todos los discos de Betunizer menos en el último, que lo grabó Pei Peiró en Sountess.
Nos apetecía, tiene su propio estudio (Ultramarinos) pero también graba a veces en otro, en Cal Pau, en el que la batería suena muy bien. Estamos muy contentos con el sonido de la batería.
Entiendo que el método de trabajo es como en Betunizer: surge del trabajo conjunto en el estudio, y no de canciones en versión acústica tuyas que es lo que hacías en Cuello, ¿no?
Sí, sale todo en el local, improvisando juntos. La banda es resultado del trabajo de los tres.
Tenéis gira de presentación por España. ¿Saldréis también por Europa?
Sí, la estamos cerrando, tenemos un mes en abril. Es relativamente fácil por los contactos que tenemos de las giras con Betunizer. Pero cuesta trabajo.
Antes de entrar a grabar hicisteis una gira por 15 ciudades. Al revés de lo que hacen otras bandas. Entiendo que ese también os dio un rodaje a la hora de entrar en el estudio, ¿no?
Es buena idea rodarlo bastante, y tener las canciones muy claras. Y además, al ser un proyecto nuevo, puedes tocar las canciones sin tener que rescatar cosas de discos anteriores que la gente se podría esperar. No puedes hacer un concierto como Betunizer de diez canciones nuevas sin tocar ninguna de las anteriores, por ejemplo. En el primer disco, como nadie te conoce, a la gente le da igual lo que toques (risas). Por suerte vino mucha gente a los conciertos.
Con la perspectiva de una década que ya termina, y durante la que montaste tu propio sello, Mascarpone, durante la que compaginaste a Betunizer con el resto de proyectos y durante la que salas como La Residencia o Magazine se fueron postulando como alternativas a lo que había, ¿cómo valoras estos diez años?
Pues no he pensado mucho en ello, fíjate. No pienso mucho en lo que ha pasado. Soy muy de vivir el presente, aunque es difícil a veces. Hay que seguir currando, y ya está. La Residencia sigue ahí, lo que es de puta madre porque es una alternativa real, que permite que mucha gente de fuera venga a tocar, desde Francia o Alemania, por ejemplo. Suena muy bien y está abierto a todo tipo de música. Es un lugar que ha hecho mucho en el underground, porque retroalimenta a la gente. Pero falta una sala pequeña, de unas 100 personas, en el centro de Valencia. Pero es difícil por las leyes, la acústica y demás. Y sobre los grupos, siempre está el lloriqueo de qué pasaría si estuviéramos en Madrid o Barcelona, pero lo que hay que hacer es currar. Evidentemente, habrá más oportunidades donde más medios y más dinero haya, pero tú tienes que seguir haciendo lo tuyo, y ya está.
¿Y no te da la impresión de que la brecha entre ese mundo, digamos underground, y el más masivo, el de los grandes festivales, se ha ido agrandando en estes tiempo?
Sí, claro. Yo escucho música de todo tipo, mainstream y underground. Tendré mis prejuicios, como todo el mundo, pero eso es lo que suelo escuchar, simplemente hay cosas que me gustan y otras que no me gustan. Pero creo que los medios, los festivales y los sellos, no se la juegan. Solamente apuestan por algunas bandas cuando la gente ya está hablando de ellas. Y la banda funciona porque la gente habla de ella, no porque el disco sea bueno o malo. También entiendo que es dinero. Un festival lo que quiere es recuperar la pasta, y muy pocas veces se la jugará, aunque económicamente pudieran meter en su cartel a cinco bandas de chavales que están empezando y valgan la pena. Solo se la juegan los festivales pequeños. Y pasa igual con los medios y los sellos, hay mucho favoritismo y colegueo. BCore, por ejemplo, es un sello de puta madre, de hecho, hemos sacado lo de Chavalan con Mascarpone no porque hayamos tenido ningún problema con ellos, sino porque nos apetecía hacerlo así y darle vidilla al sello, por una apuesta más personal. Pero BCore es una empresa, han de comer, no pueden fabricar vinilos para tenerlos en un almacén. Y con Betunizer se la jugó bastante desde el primer disco, y ha tenido olfato para no arruinarse en estos 30 años, en que seguro que ha perdido dinero con muchos músicos. Pero la mayoría de sellos no se la juegan. Yo he mandado las canciones de Rastrejo y Segunda Persona a algunos y te dicen que está bien y tal, pero si la gente estuviera hablando a saco de cualquiera de esos proyectos, estarían deseando ficharlos. Con Betunizer nos pasó algo así, tocamos en muchos festivales también por el hecho de que la gente hablaba de nosotros, y con el cuarto disco ya nos costó mucho más, y yo no creo que el mejor disco de Betunizer sea el primero. Pero ya no eres trending topic. Seguir haciendo buena música tampoco es una garantía de nada. No sé si pasa lo mismo en otros países de Europa, pero al final no puedes depender de eso, porque si no, te hundes. No puedes estar lamentándote de por qué no te han llamado o por qué no te han sacado en tal lista de lo mejor del año. Ojo, que es inevitable. Nadie pasa de eso. Ni los que dicen que pasan. Pero la única manera de no agobiarte es confiar en lo que haces y pensar que todo eso no es culpa tuya. Asumir que ahora mismo no están hablando de ti, y ya está. Luego a lo mejor hablan otra vez de ti y ya te pilla demasiado mayor y no puedes tocar en directo (risas).