La consolidación de una vía musical alternativa llamada Incendiari

por | 15 abril 2025 | Conciertos

Fotos cedidas: © Julio Cebolla (Incendiari) La Élite

Burjassot es una de las ciudades de nuestra vida, por eso nos hace tanta ilusión que una iniciativa como Incendiari se siga celebrando en el auditorio de la Casa de Cultura. Cuatro años ya defendiendo una programación que conjuga propuestas surgidas en el underground local, bandas emergentes con tendencia al inconformismo y grupos consolidados con fuerte personalidad y cierto ascendente sobre las bandas más jóvenes. Una forma de entender la música alejada del indie de festival: ese no lugar adocenado, sin aristas y lleno de rimas vergonzantes

Buena parte del público cantando a gritos Un Tragaluz fue uno de esos momentos catárticos que valen por un festival. El concierto de Viva Belgrado (foto) resultó intenso, sincero y bello como su excelente ‘Cancionero de los Cielos’. La zozobra de las horas tempranas saltó por los aires con los primeros guitarrazos. De repente el recinto se llenó de un público que hizo suyas esas canciones. Las descargas eléctricas se sucedían y nosotros movíamos la cabeza como azotados por el viento .”Bienvenidos a nuestro bonito Vernissage/ Somos tan amigos en el backstage del festival”. Menudo concierto se marcaron los de Córdoba, qué ganas de volver a verlos.

La propuesta, celebrada el pasado sábado 12 de abril, volvió a contar con el apoyo de un público joven que se siente cercano a la escena y con algunos náufragos de otras sacudidas anteriores que siguen creyendo que otra independencia es posible. Si le dieran una vuelta a la escasez de baños para las chicas, que soportaron colas muy grandes y si algunos miembros destacados del público masculino, otra vez ellos, recordarán la importancia de no oler a sudor, se daría un paso de gigante hacia la excelencia.

Llegamos con Neura en el escenario, el dúo articulado en torno a la guitarra de Guillermo Juan y la voz de Lucía García se reforzó para la ocasión con un tercer componente encargado de las bases y las programaciones. Pop electrónico de ribetes urbanos y cierta angustia existencial que contó con un nutrido grupo de seguidores en las primeras filas. En su propuesta hay temas que se pueden cantar y que se pueden bailar, argumentos con capacidad para alcanzar públicos más amplios. La sombra de Margarita Quebrada se intuyó en algunas texturas. Han surgido tantas formaciones con referentes parecidos que han conseguido reverdecer el espectro de la Valencia dark de los primeros ochenta. Pura hauntología.

Teníamos muchas ganas de ver a La Plata (foto). Su tercer trabajo ‘Interzona’ (2025) es uno de los álbumes del momento. Los valencianos se vieron con el reto inesperado de construir un set a partir del incendio emocional provocado por Viva Belgrado. Carmona se puso el pantalón corto y cubrió la batería con lo que parecía un pañuelo palestino. María, Patricia, Salvador se colocaron en sus puestos y el cantante nos alertó de que no empezarían hasta que sonara de puta madre. Tocaban, paraban, se oían unas bases, gritaba un acople, la pista que introduce música infinita irrumpió saturadísima. Seguían los ajustes y las comprobaciones. No parecía mejorar la situación, pero no se les veía especialmente preocupados. De pronto arrancaron a tocar, se hicieron un tema entero, pero resultó que seguíamos con las pruebas. Tocaron otro y volvieron los ajustes. El cielo se cubrió de nubes. Solo faltó que empezará a llover.

A los más despistados nos costó descubrir que el concierto había arrancado. Sonaban desacoplados, parecían tocar en direcciones diferentes. Diego, melena al viento, camisa negra medio abierta y pantalón caído le ponía intensidad. Victoria, Esta Ciudad, Cerca de ti. La selección era irreprochable pero algo no funcionaba. Con la delicada agua clara pareció que daban con la tecla; fue un espejismo. Seguían descoordinados, cada uno parecía ir por su cuenta. Sonaban a mayonesa cortada. Por momentos nos parecieron un grupo a punto de separarse. Escriche lo siguió intentando pero no iba a ser su tarde. Algunos de sus escorzos nos trajeron a la memoria al Bunbury de Entre dos Tierras. Unos cuantos temas más y se despidieron sin explicaciones ¿ Los problemas técnicos los habían vencido? Qué mala suerte. En tiempos de fidelidades líquidas conviene cuidar la complicidad con tu público.

Sobre el horario previsto aparecieron Los Punsetes (foto bajo). El perfil demográfico de las primeras filas cambió algo, ya no eran los más jóvenes pero seguían siendo los más atractivos. Los madrileños se colocaron en línea con la hierática Ariadna entre los dos guitarras. Lucía la vocalista un vestido espectacular que, desde nuestra posición, y con el juego de las luces, podría haber pasado por traje de fallera. Comenzó la actuación y todo volvió a sonar en su sitio, igual con algo menos de volumen, pero suficiente para remontar el vuelo. Tienen los creadores de Me gusta que me pegues un arsenal de hits que fueron desgranando sin demora. Veinte años de trayectoria los ha convertido en una institución en el pop español, una referencia ética y estética para muchas de las bandas más jóvenes. Opinión de mierda, Vas hablando mal de mi, los himnos se sucedían. La platea volvió a hervir. En las primeras filas las sacudidas, los saltos y los estribillos coreados iban en aumento. Las pocas nubes se disiparon.

Nos tocó dejar el recinto un poquito antes de que terminaran su set. Nos perdimos a La Élite que seguro pusieron el broche final a la jornada con esas canciones agitadas, rugosas, malencaradas y llenas de empuje que se gastan. Desde la parada de metro se veía la huerta desplegando su verde oscuro bajo la noche estrellada. Al poco llegó el tren, venía lleno de chicas y chicos ansiosos por conquistar la gran ciudad. Era sábado. Qué importantes son estas iniciativas que crean escena, tejen complicidades y dan visibilidad a propuestas tan interesantes. El metro arrancó con dudas y fuimos dejando Burjassot en la distancia. Las ciudades del área metropolitana siempre parecen estar más lejos.

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