La vida también es extraña y rara en las presentaciones de libros musicales

por | 4 marzo 2024 | Música

El pasado viernes 1 de marzo, Fernando Alfaro, líder de Surfin’ Bichos y Chucho, el editor de Contra Didac Aparicio y el periodista Carlos Pérez de Ziriza se citaron en la Librería Bangarang de Valencia para hablar de Mundo Turbio, primer libro del músico de Albacete que acaba de publicar la editorial catalana.

Al Alfaro escritor le incomoda hablar en público tanto como al músico cuando tiene que introducir alguna canción o expresar algún agradecimiento en un concierto. Estábamos sentados al final del espacio reservado para las presentaciones en la magnífica librería valenciana y apenas lo escuchábamos. Al resto de los participantes de la mesa se les entendía con nitidez incluso sin micrófono, pero a Fernando no había manera. Nuestra hipoacusia y su timidez se combinaron para convertir sus intervenciones en un ejercicio de suposiciones y vacíos. Algunos de los asistentes no parecían sufrir esos problemas, asentían, sonreían y atendían concentrados; no descarten que fuera telepatía. En un par de ocasiones le cambiaron el micro, algo mejoró la cosa pero al poco comenzó a bajar la voz. Hay personas que cuando hablan de temas importantes reducen el volumen de sus intervenciones como una estrategia involuntaria de seriedad. Los que tenemos problemas con las audiometrías los sufrimos en silencio.

El autor no pareció relajado en ningún momento, igual se mecía el pelo, que se pasaba la mano por la frente, por el cuello o se acomodaba en la silla. Algunas preguntas las contestaba sin mucha dilación pero casi siempre se tomaba su tiempo, como si valorara la conveniencia de contestar o dejarla pasar. No fue una conversación fácil. A alguien sin la solvencia del periodista valenciano se le podría haber hecho una montaña. Hablaba el creador de La vida es extraña y rara, de repente se sumía en un silencio reflexivo y no sabías si era el final o un punto y aparte. Vimos al compositor de Albacete incómodo y feliz en su recién estrenado traje de novelista. El libro es una realidad tangible en las estanterías y eso es lo que cuenta.

Contó su editor lo sorprendido que quedó con la madurez de la escritura y con la elaboración precisa de los capítulos que iba recibiendo. Se mostró de acuerdo Pérez de Ziriza en lo cuidadoso de un estilo que brilla por su concreción. Buena parte del público que llenábamos el espacio destinado a las presentaciones acariciamos nuestra novela recién comprada como el que siente suya una promesa. Comentó Aparicio que los primeros capítulos, los que hablan de la infancia en un pueblo, le resultaron muy llamativos para alguien de ciudad. Reconoció Alfaro que esa era la parte más autobiográfica de la historia. Necesitaba empezar con algo que tuviera una fuerte impronta de veracidad para después alejarse.

Mundo Turbio es pura ficción, las atmósferas parece que son reconocibles y se pueda intuir la presencia del manchego en algunos de los rincones del relato. Ziriza le reconoció la capacidad para enganchar desde el principio pero también, en un alarde de profesionalidad, le indicó la posibilidad de que con tantos personajes entrando y saliendo de la trama te pudieras olvidar si ya habían aparecido antes o no. – Como en la vida – susurró el escritor, sin abandonar el tono meditabundo. En un momento dado el líder de Chucho levantó el tono para recordarnos con una claridad y una nitidez desconocidas que Lea Leone presentaba al día siguiente en el Centro Excursionista Bar de Valencia su álbum de debut y que no deberíamos faltar. La gente le reconoció el gesto, el ambiente se relajó.

Tuvimos que abandonar el encuentro cuando empezaba el turno de preguntas de los asistentes. Aún nos dio tiempo a escuchar cómo reconocía a una asistente la relación de la novela con el imaginario que había alumbrado muchas de sus canciones. El editor quiso destacar las vetas de humor que se filtran en un relato que a veces se torna sórdido. Cuando Carlos le inquirió si le preocupaba la respuesta que pudiera llegar desde el mundo literario el tiempo se congeló. Fernando Alfaro esbozó una sonrisa relajada, respiro con parsimonia y contestó que no. Sonó sincero, como siempre.

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