A lo largo del año finalizado hace apenas unos días, hemos intentado abordar el mayor número de referencias valencianas publicadas tanto por artistas de la escena autonómica como por aquellos autóctonos que se afincaron fuera del territorio.
Entre el medio centenar de álbumes repasados, de estilos y lenguas diversas, hemos encontrado proyectos de largo recorrido, nuevas voces veinteañeras emprendiendo su carrera con un pie en Barcelona o Madrid y otro en Valencia, y muchos valientes que resisten intentando una profesionalización desde la Comunitat Valenciana.
Además de los quince álbumes elegidos, y que mostramos ordenados alfabéticamente, otro buen puñado de discos notables ha logrado destacar en la cosecha valenciana: Colomet, Aina Koda, Esther, Ana Zomeño, Los Manises, Samuel Reina, Aina Palmer, Carles Chiner, Limbo Cabaret, Erick Hervé, Maluks, Amics dels Cirerers, Tercer Sol, La Culpa, Queidem, Mossén Bramit Morera i Els Morts, Nueve Desconocidos, Josu Miró, Virgen de la Periferia, Sanisidro, Tiemmersma & Reynaldo, Sentuhlà y Verdcel.
Carles Dénia «Mussol»
El cantaor de Gandia ha pasado el último año musicalizando poemas de varios poetas valencianos contemporáneos como Ramon Ramon, Eduard Marco o Josep Piera. A este trabajo añadió composiciones propias que lanzaba como singles, y versiones de otros autores, sin pretensión de unificar en una obra. Sin embargo, el cantaor valenciano no necesita un hilo conductor para crear un disco plagado de canciones redondas como «Ara o mai», «Poema per a la nit de cap d’any» o «Del destí en tinc prou de saber».
Carolina Otero & The Someone Elses «Popalina»
A partir del debut de Lülla, «Fiesta» (Malatesta, 2009), Carolina Otero comenzó a construir una interesante carrera musical capaz de transmitir la energía del mejor rock alternativo de los 90. Con The Someone Elses ha ido perfeccionando su habilidad para crear melodías contagiosas, algo que se pudo observar en el notable «Diastema Girls» (Malatesta, 2015). Ahora, con el paso del inglés al castellano en las letras, la compositora parece abrazar su lado más poético (la de la autora de «Piscina fuera de temporada» y otros poemarios), aunque al mismo tiempo, «Popalina» acaba descubriéndose como otro gran ejemplo de indie rock con unas cuantas gotas de power pop.
Grabado en los estudios de Paco Loco, el disco rebosa una jovialidad sin límites gracias a canciones como «Polaroid» (un hit que nos recuerda a los Heavenly de Amelia Fletcher), «Isla de Esconde» (con un toque pop similar a las Breeders más tranquilas) o «Casémonos, Archie», sensacional versión de un tema de Alvvays con el que cierran el álbum. Por otra parte, el álbum abre un dialogo con la actual generación de artistas indie femeninas y en «ExAmigo», «Íbex en Flor» y «Sé Dónde Vives» podemos encontrar la huella de Phoebe Bridgers o Waxahatchee. Por Pep Giménez
Doctor Divago «La tierra prometida»
A estas alturas escuchar un nuevo disco de Doctor Divago siempre es una apuesta segura; desde hace más de 30 años el grupo liderado por Manolo Bertrán es sinónimo de rock contundente pero con un toque de sensibilidad que consigue atrapar al oyente. Las letras de sus canciones siempre han escondido una curiosa poesía moviéndose entre lo costumbrista y la melancolía capaz de emparentarles con ilustres nombres como 091 o Lone Star, y que, a su vez, aporta una calidez y familiaridad continuamente presente en todos sus trabajos.
La tierra prometida no es una excepción y podríamos definirlo como otro excelente disco que alimenta una de las carreras más sólidas del rock hecho en Valencia: detrás de una bella portada, obra de Antonio Chumillas “Chumi”, en la cual un indígena y una astronauta se dan un apasionado beso se esconden diez canciones que se atreven a navegar entre la furia rockabilly de “De puntillas (mejor dicho, levitando)” y la tranquilidad taciturna de “Ojos de serrín”; entremedias el grupo consigue encontrar hueco para dar rienda suelta a su espíritu punk (“Tan ocupado”), citar a su buen amigo Cisco Fran en ese sorprendente ejercicio de pop sesentero que es “La gloria y los insultos” y dejar caer los cameos de Mowgli y Sal Mineo en el tema titular. Por Pep Giménez
Futuro Terror «Presente»
Durante la última década Futuro Terror ha sido de los pocos grupos valencianos convertidos en referentes a la hora de hablar de punk estatal. Su secreto siempre consistió en saber combinar melodías adictivas con densas atmósferas cercanas a la darkwkave de los 70 y 80, traduciendo tal fusión en obras memorables como «Futuro Terror» (Discos Humeantes, 2014) o «Precipicio» (BCore, 2017).
Ahora han decidido concluir su trayectoria con un último disco capaz de demostrar que todas sus grandes cualidades han seguido intactas hasta el final: «Leoncio Badia» navega entre el actual post punk ingles de Fountaines D.C. y la herencia de Parálisis Permanente, mientras que «Kurdistán» es un hit nervioso que no desentonaría en el repertorio de los Black Lips más garageros. «Presente» es un último regalo que no para de sorprender con cada nueva escucha; de esta forma, en su interior, encontremos experimentos sonoros cercanos a Derribos Arias («Joven guardia»), rabiosos arrebatos que nos recuerdan a los primeros Gabinete Caligari («Los niños»), power pop emparentado con sus primos Cuello («Redimió su condición»), y, como cierre perfecto, «La miseria» desatando la más sosegadas de las tormentas. Por Pep Giménez
Gazella «Gazella»
Pocas veces uno se encuentra con un debut tan fascinante, y dotado de tanta personalidad, como el que nos ha regalado Gazella este año: tras fichar por la discográfica catalana Foehn Records el grupo ha conseguido encapsular todas sus obsesiones musicales en doce perfectas canciones de noise rock y post-punk. Cualquiera de estas composiciones no tiene nada que envidiar a lo que nos ofrece la escena musical inglesa o sitios como Pitchfork, igualando su grado de autenticidad y energía.
Aquí uno puede perderse entre melodías nocturnas que llevan al misterio («Sol Menor»), mientras recibe anfetamínicas sacudidas llenas de vértigo («Piscinas de Arena») o experimenta con sonidos procedentes de un universo alternativo donde solo reina el post-rock más rabioso («Azul [Ctrl Z]»). El repertorio de Gazella puede recordarnos a algunas grandes influencias pero el grupo las asimila consiguiendo, a su vez, que formen parte de su propio mundo. De esta forma, Mogwai sobrevuela la densa atmosfera de «Por qué el ser», el shoegaze de My Bloody Valentine decide darse un descanso en la playa de la Malvarrosa por obra y gracia de «Inercia» y, como bonus track especial, reconvierten «Te estoy amando locamente» de Las Grecas en un oda romántica espacial que habría emocionado a Thom Yorke. Por Pep Giménez
Jimena Amarillo «La pena no es cómoda»
La joven valenciana se ha convertido, en apenas dos años, en un referente nacional del nuevo pop. Sobrada de talento compositivo, de letras certeras y de bagaje musical, la capacidad de Jimena para recolectar de todos los palos, actuales y del siglo XX, y confeccionar un ideario propio es lo que la hace accesible para público de diversas generaciones. En su segundo disco aparecen artefactos sonoros que huelen a Pixies, Pet Shop Boys y Moloko, pero el hilo conductor es vanguardia centennial: desamor y autotune en los tiempos de pospandemia.
Johnny B. Zero «No me gusta el rock and roll»
Con «No me gusta el rock and roll» parece que Johnny B. Zero comienzan una nueva etapa caracterizada por el paso del inglés al español, pero el grupo encabezado por Juanma Pastor no se ha olvidado de aquello que hizo especial discos como «Birds» (Hall Of Fame Records, 2017) o «Suicide Watermelon Stories» (Hidden Track Records, 2018): su tremendo amor por un indie rock capaz de mantener su esencia más garagera mientras se empapa de influencias musicales de lo más diversas.
El tema que da título a su primer disco en castellano ya deja entrever una sorprendente fusión de estilos; el melancólico pop electrónico de la canción busca, en todo momento, el sugerente aliento del Ben Gibbard de The Postal Service. También hay hueco para oníricas piezas de bossanova («Fotógrafo»), un poco de pop bailable a mitad de camino entre el Calamaro más fiestero y un Isaac Asimov escribiendo novelas románticas («Ordenador») y, aunque suene irónico, buen rock and roll como el que desprenden «Flaqueza» (con un sonido que les acerca a los Arctic Monkeys) o «Narices», cuyo electrizante furor podría encajar en el repertorio de los Queens Of The Stone Age más salvajes. Por Pep Giménez
La Maria “L’Assumpció”
En 2021, la joven de 23 años Maria Bertomeu asaltó las redes sociales cantando “Arranquen vinyes”. Desde aquel momento, una parte de la escena valenciana esperaba que el hype se convirtiera en álbum debut. Su fichaje por una discográfica relevante, como la catalana Propaganda Pel Fet!, y contar con Tono Hurtado, el gran productor musical valenciano del momento, a los mandos de la nave, pronosticaban algo notable.
El resultado es un diálogo arriesgado entre lo orgánico y lo electrónico, que encaja con fluidez en buena parte de la obra, y que conforma el ejercicio de folclore más delicado del año valenciano. Un homenaje sincero a esas abuelas y a sus canciones tradicionales, aderezadas por arreglos de vanguardia que inauguran la trayectoria de una voz llegada para garantizar que la tradición oral valenciana permanezca en la cultura pop durante las próximas décadas.
Lisasinson «Un año de cambios»
Tras su sorprendente debut, «Perdona mamá» (Elefant Records, 2021), Lisasinson encaran su nuevo trabajo con la intención de liderar la nueva hornada de punk pop patrio junto a otros ilustres nombres como Aiko El Grupo, Axolotes Mexicanos o La La Love You. A su favor tienen la frescura que transmite en todo momento «Un año de cambios», capaz de trazar una línea histórica que va desde los Ramones hasta Cariño pasando por los grupos británicos de la etiqueta C86 y las aventuras juveniles de Blink-182.
En el disco uno puede toparse con la excelente actualización del sonido bubblegum de Los Romeos en la deliciosa «No sé muy bien» para después verse arrastrado por la vertiginosa jovialidad de «Los que se pelean no se desean», un cruce perfecto entre los Muffs y Juniper Moon. La huella de los Green Day de la etapa en Lookout Records también se deja escuchar en la rebeldía inocente de «Ya me da igual», consiguiendo ser el contrapunto idóneo a temas como «Canción de entretiempo» y «Cuchillos», ambas con una melodía que nos recuerda a los añorados The Pains Of Being Pure At Heart. Y, para terminar, Lisasinson se guardan un as bajo la manga en forma de «Todo mal», una agridulce composición que sabe mezclar la exasperación melódica de TCR con el misterio vaporoso de La Bien Querida. Por Pep Giménez
Los Zigarros «Acantilados»
Cada escucha de un disco de Los Zigarros se asemeja al placer de abrir la gran enciclopedia del rock y deleitarse con su historia: puede que la banda comandada por los hermanos Tormo no descubra nada nuevo pero, a día de hoy, es un valor seguro cuando se trata de mantener (y actualizar) las esencias del mejor rock´n´roll.
«Acantilados» se ha traducido en una contundente colección de canciones que combina melodías luminosas y guitarras desatadas: «Aullando en el desierto» vuela a gran altura acercándose a la magia de Tom Petty & The Heartbreakers, mientras que «Rock rápido» es un pelotazo vertiginoso que habrían firmado los Cheap Trick recién salidos del Budokan, y «Por fin» triunfa gracias a su fusión de teclados y rock con aroma a los 70. Aquí encontramos la huella de grandes figuras de nuestra música como Burning, Los Rodríguez, M-Clan o Buenas Noches Rose, pero también exitosos experimentos sonoros como ese «100.000 bolas de cristal» que es puro disco rock de optimismo inquebrantable. Por Pep Giménez
Ona Nua «Superpop»
Josep Pérez conoce el secreto de las melodías antiguas, aquellas que transitaron desde la costas californianas hasta el sureño Río de la Plata. La obra del alcireño es una banda sonora de naturalismo valenciano del siglo XXI, capaz de transportar al oyente a paisajes preindustriales.
Canciones paridas sin mácula, vestidas con los arreglos justos que remiten al folk rock primigenio americano. Preciso en la palabra, un mensaje contra el capitalismo salvaje de la industria musical, y del mundo en que vivimos, recorre el álbum amortiguado por esa voz pastoril pero firme del valenciano.
Pau Corea «Pau Corea»
Tras cinco años de gestación, Pau Paredes, antiguo miembro de Twelve Dolls y Modelo de Respuesta Polar, debuta con un notable álbum homónimo. Afincado en Madrid desde hace años, el productor valenciano se alza como creador de uno de las mejores obras de pop electrónico nacional de 2023. En «Pau Corea» hallamos un enorme ejercicio de estilo: la excelsa inspiración de la música de James Blake o Jaime xx, las atmósferas ensoñadoras y una producción atinada. Vanguardia y riesgo, que convierte este debut en un catálogo de enorme r&b y pop contemporáneo, algo de lo que adolece la escena autonómica.
Pep Gimeno Botifarra «Ja ve l’aire»
Pep Gimeno ‘Botifarra’ empezó a recuperar canciones de la tradición oral valenciana en 1976, pero no fue hasta 2006 cuando debutó en la industria musical con “Si em pose a cantar cançons”. Aquel fue un disco fundamental para la música tradicional valenciana y el inicio de una trayectoria que, a lo largo del siglo XXI, ha convertido al xativí en el cantaor de folklore valenciano más relevante de nuestro tiempo.
En “Ja ve l’aire” se rodea de las voces femeninas de Carmen Paris, Noelia Llorens ‘Titana’, Maria Arnal y Judit Neddermann para confeccionar una obra cargada de canciones del trabajo agrario y de almacén. Una reivindicación del esfuerzo que las mujeres han realizado desde hace siglos en los oficios agrarios y manufactureros de las comarcas valencianas.
Plena 79 Salsa Orchestra «Tierra y libertad»
Jamás una banda europea había sido nominada a los Grammy por un disco de salsa. Ese es el logro de la valenciana Plena 79. Carlos Martí y Carlos Llidó trabajaron durante meses en la composición de un álbum, inspirado en el compromiso social de las letras de Rubén Blades y la estética de los grandes combos neoyorquinos de los años 70, y contaron con la voz principal del venezolano Leo Yánez. A esto sumaron el canto de los caribeños Alain Pérez y Jeremy Bosch como invitados de lujo. El resultado es el disco de baile latino más importante de la historia de la música valenciana.
Sandra Monfort «La mona»
Si quieren saber qué sucede al meter una banda de música de pasodobles dentro de Spook, a las 5 de la mañana, mientras una deejay mezcla a New Order con Juan Luis Guerra, este es su disco. Al menos, durante un tiempo, porque la banda es desalojada y comparecen viejos boleros poscoloniales, reguetón de la Marina Alta y bachatas al bandoneón.
Jamás nadie elaboró un banquete valenciano tan moderno con ingredientes tan remotos (las Américas) y alejados de la convención del folk tradicional autóctono: tal vez sea este el único folklore valenciano posible. La calma aparece en la segunda mitad del disco, momento en que baladas y nanas aligeran la marcha. Solo es un respiro. El cierre del gran disco valenciano de 2023 es un himno instantáneo llamado Moreneta. Canción del año. No es solo una copla, sino un salmo secular en el que refugiarse ante la pérdida.