Tras casi 15 años regalándonos pequeñas gemas pop al frente de Señor Mostaza, Luis Prado ha decidido dar un respiro a la banda para entregar su primera referencia en solitario, el estupendo Mis terrores favoritos (Hall of Fame Records, 2016), donde demuestra una vez más que nos encontramos ante uno de los compositores más inspirados de la escena nacional.
Prado nos invita a observar, en una suerte de disco conceptual, la relación entre Ángela y F., una pareja de cuarentones que sufre la crisis de la mediana edad. A través de los sucesivos cortes se nos desmenuzan esos pequeños dramas diarios que acontecen cuando aparecen los primeros signos de declive físico y emocional y que no hacen más que anunciar el funesto punto final. Desde esa curva que separa la tripa de la barriga, los indicios de una calvicie irreversible o los excesos con la cirugía estética, al terror que provocan los cambios, los saludos no correspondidos o las salas de espera del hospital.
Dibujados con su habitual ironía y cierta mala leche, contemplamos a estos dos desubicados personajes divagar en una constante deriva existencial mientras sus destinos no paran de cruzarse en medio de una tormenta de preciosistas melodías. Porque si algo no ha cambiado, es el gusto de Luis Prado por desarrollar esas magistrales piezas de orfebrería que destilan belleza y sensibilidad por todos sus poros. Siguen constantes sus guiños a The Beatles, como ese riff a lo “Day Tripper” que adorna “Ahora me caes bien” o esos arreglos de cuerdas que se desparraman puntualmente a lo largo de todo el álbum y que recuerdan a los Wings de McCartney; ampliando el espectro con referencias que lo acercan a los magos del sonido de los 70. La sombra de Elton John sobrevuela los acordes de “Eres insoportable”, mientras que en “Colgado de mí” rememora los intentos de la ELO de Jeff Lynne y Roy Wood de aunar el pop con los sonidos clásicos, aunque con un ego mucho más contenido.
El piano mantiene el plano principal de las composiciones, pero al liberarse del enfoque grupal de sus canciones con los Mostaza, el músico se atreve con una mayor variedad de capas instrumentales que las dota de una gran profundidad sonora y de cierto tono intimista y oscuro que no encontrábamos en sus trabajos anteriores. Las letras rayan a un nivel excelso, con esa comicidad trágica que ya es característica en el pluma de Luis Prado, unida a esas deliciosas aliteraciones que encajan como un guante en la melodía y que retratan con pasmosa naturalidad unos costumbristas relatos plagados de referencias al cine y la cultura pop.
Para este trabajo, además de las voces y el teclado, el autor se ha encargado de grabar todos los demás instrumentos; sin embargo no está completamente solo en la aventura, sino que se ha rodeado de la lujosa compañía de gente como Coque Malla (“Da igual”), Miguel Ríos (“Ya no así”) o Guille Milkyway (“Estoy gordo”), quienes elevan sin eclipsar las canciones en las que participan. El resultado final es una nueva pieza de delicada artesanía pop que oscila entre la vitalidad y el pesimismo y que hará las delicias tanto de los fans de Señor Mostaza como de aquellos que se asomen por primera vez a su obra.