En el mostrador que hay en la puerta principal, junto al chico responsable de comprobar las entradas, está Juan Enrique medio absorto en sus cosas. Nos saludamos con cordialidad y torpeza como hacen los tímidos. Nada más poner un pie en la sala nos llega ese olor característico que mezcla los efluvios de los productos de limpieza y el aliento húmedo de los espacios cerrados. Quedan unos minutos para que todo empiece. Neus resuelve algo con los responsables del merchandising, que están colocando con mimo discos, camisetas y tote bags en una mesa. Va a ser una gran noche, se nota en el ambiente. Parafraseando el ‘Handsome Devil’ de The Smiths, hay lugares mejores que un concierto pero no muchos más. Juan Enrique León y Neus Aulló son los responsables de la promotora musical valenciana Tranquilo Música: este año celebran 30 años de trayectoria profesional.
A veces darte cuenta que puedes perder algo que dabas por descontado provoca estupor y te pone en guardia. Pasa con la amistad, con las relaciones sentimentales, con los derechos conquistados, con tu camiseta favorita o con la democracia. Durante la pandemia nos quedamos de repente sin bastantes de las cosas que definen nuestra felicidad. Muchos artistas y grupos colgaron videos tocando en un rincón de su casa pero eso no mitigó las ganas de disfrutarlos en directo en una sala. El tiempo del confinamiento, las restricciones y la distancia social fue tan raro y tan largo que llegamos a temer por la sostenibilidad de un entramado económico tan frágil como necesario. Que músicos excitantes actúen cerca de casa es una suerte que deberíamos cuidar y reconocer.
¿Estuvieron en el Loco Club la noche de Bill Callahan? ¡Cuánta belleza ! ¿Fueron ustedes de los afortunados que descubrieron a Alice Phoebe Lou en 16 Toneladas? ¿Se acuerdan de For Stars, de The Trash Can Sinatras y de todos aquellos conciertos en el Colegio Mayor Luis Vives? ¿Saben que se nos pasó lo de CocoRosie y a Anonny Hegarty? Menudo despiste. Hay olvidos irrecuperables y citas que esconde el pegamento de la eternidad: Josh Rouse en Black Note presentando ‘1972’, Adrianne Lenker y Big Thief desnudando sentimientos y temores, The Delines pintando de belleza y retazos de vidas agridulces una noche cálida de septiembre, algunos de los mejores músicos del mundo celebrando el cancioneros de Big Star. Seguro que ustedes tienen también sus momentos estelares de la humanidad sobre un escenario guardados en la memoria como un tesoro. La programación de conciertos es parte esencial del atractivo de una ciudad.
El capitalismo tiene normas que hay que cumplir y estrategias que se han de respetar si se quiere seguir a flote. La aventura de Tranquilo Música empezó con un concierto de Los Planetas en la Roxy el 12 de enero de 1995 (foto) que fue pura imprudencia y toneladas de entusiasmo. Mil conciertos después, las ganas siguen ahí y el amor por la música también, incluso a veces programando contra la lógica del mercado. Dicen las crónicas que lo que empezó como una necesidad post adolescente y después funcionó a tiempo parcial como asociación cultural llegó a un punto de no retorno allá por el 2005. Fue entonces cuando Juan Enrique, que trabajaba en la cafetería de Económicas y Neus, que cursaba en esa facultad un postgrado, decidieron profesionalizarse. Probarían un año a ver si funcionaba. Afortunadamente la cosa no fue un desastre y ahí siguen peleando por ofrecer los mejores conciertos posibles; con profesionalidad, con modestia, sin alardes y con el convencimiento de que sigue valiendo la pena. Qué bien.
La música que ha estado sonando a medio volumen se interrumpe y se apagan casi todas las luces de la sala. La gente no ha parado de entrar y todo se ha estrechado. Por un lado del escenario irrumpen los músicos y toman posiciones. Las conversaciones se apagan o se convierten en murmullos. La emoción escala posiciones, no queda nada. Un, dos, tres, se encienden los focos y todo estalla. Eso también es el pop. Buena parte de los esfuerzos y preocupaciones ya han dado sus frutos. Ichiko Aoba, Panda Bear, Maika Makovski, The Bellrays y Tangerine Dream son sus propuestas para el mes de marzo. No está nada mal. Treinta años de trayectoria merecen que levantemos nuestras copas por el trabajo realizado y por lo que aún tiene que venir. Como diría el grandísimo Sergio Algora: “¡Champán para todos!”.
