El Palau de la Música encara la temporada 2018-2019 concediendo un gran protagonismo a la Orquesta de València. Aunque Ramón Tebar se estrenó la pasada temporada como su director titular, en esta su presencia se convierte en una constante. La programación exhibe una variedad en la que, sin embargo, laten varias líneas recurrentes: el sinfonismo de Gustav Mahler, la obra de Felix Mendelssohn y el repertorio del siglo XX. A pesar de lo dicho, durante los primeros meses de la temporada, no serán pocos los nombres célebres internacionales que solemos asociar a los escenarios de Valencia que vuelvan a visitarnos (Grigory Sokolov, Valery Gergiev, Gregory Kunde o la BBC Symphony Orchestra). Además contaremos con las presencias centelleantes de Emmanuel Pahud, Daniil Trifonov, los hermanos Renaud y Gautier Capuçon, Martin Fröst o la London Philarmonic Orchestra.
Daniil Trifonov (foto: Dario Acosta/Deutsche Grammophon)
A finales del siglo XX nos hubiera sorprendido saber que el corpus sinfónico de Gustav Mahler, reservado por entonces a un eco minoritario, se convertiría años más tarde en un reclamo constante en los auditorios. Casi ha desbancado al otrora todopoderoso Beethoven, y encuentra en nuestro tiempo carente de certezas el aplauso unánime que se le negó en la Viena de Freud y Klimt (Mahler siempre fue apreciado como director de orquesta; no así su obra, que recibió incesantes varapalos). Sus sinfonías son auténticas catedrales sonoras en las que el romanticismo tardío, ya en descomposición, sirve para que fermenten las vanguardias; tensa en ellas los límites de la sinfonía, que había sido perfeccionada durante todo el siglo XIX, del mismo modo que hicieron Proust, Thomas Mann o Joyce con la herencia de la novela decimonónica. La Orquesta de Valencia, contando con Ramón Tebar, iniciará la temporada propiamente dicha con la monumental «Sinfonía Núm. 2 «Resurrección» los días 19 y 20 de octubre. También en una cita doble (8 y 9 de febrero), la Orquesta y el director unirán fuerzas con el excelente tenor norteamericano Gregory Kunde -un colaborador habitual del Palau de Les Arts- para abordar la «Décima» y «La canción de la tierra». La Orchestre Philarmonique du Luxembourg traducirá la «Cuarta» el 13 de noviembre, y la «Novena» llegará el 15 de enero de la mano de la Düsseldorfer Symphonikerm.
La Orquesta de Valencia y su titular pondrán el foco también en Felix Mendelssohn, tan vitalista para lo sinfónico como Rossini para lo operístico, y uno de los mayores compositores prodigio de todos los tiempos- Beethoven lo saludó como un genio cuando contaba con 12 años-. Comparte con Mozart una vida trágicamente corta (murió a los 38 años); y se definió a sí mismo como el primero de los neoclásicos -100 años antes de que a Stravinsky se le ocurriera retomar el concepto-. La Orquesta de Valencia le dedicará dos conciertos: la «Sinfonía núm. 2» tendrá el protagonismo el 14 de diciembre; mientras que la «Sinfonía núm. 4 «Italiana» y su «Concierto para violín» ocuparán el 18 de enero. En esta última obra, donde despliega su lado más arrebatado, Frank Peter Zimmermann se hará cargo de la parte solista.
Como anunciábamos, esta temporada la música contemporánea tendrá un protagonismo inusitado en los conciertos de la orquesta valenciana, pero también en los de las formaciones invitadas. Philip Glass ha sido uno de los creadores más sugerentes (y populares) de nuestra época. Emergió en torno a 1960 en un momento en que el panorama clásico, encabezado por los terribles «chicos malos» Karlheinz Stockhausen y Pierre Boulez, había alcanzado niveles inigualables de inescrutabilidad intelectual. Justo cuando la corriente principal europea había sido temporalmente secuestrada por la vanguardia más virulenta, surgió un grupo de compositores norteamericanos cuya intención declarada era volver a lo básico. Debe su fama sobre todo a sus composiciones para el cine. Sin embargo será su Doble concierto para violín y violonchelo el que interpreten Gidon Kremer (violín) y Gedré Dirvanauskaité (violonchelo), acompañados por la Orquesta de Valencia, en este caso a las órdenes de Miguel Ángel Gómez-Martínez.
Aaron Copland, el autor de la icónica «Fanfarria para un hombre corriente», puede que fuera el primer compositor norteamericano que consiguiera imprimir a su música una fuerte personalidad desvinculada de la alargada sombra del romanticismo europeo. Bajo la batuta de la prometedora Alondra de la Parra, la Orquesta de Valencia se enfrentará a su «Primavera apalache» en un encuentro que se redondeará, demostrando de nuevo que el repertorio del siglo XX puede ser jugoso al tiempo que accesible, con obras de Shostakóvich y J. Higdon. El clarinetista Martin Fröst, una luminaria, respaldado por la BBC Symphony Orchestra y el director Sakari Oramo, darán cuenta de su «Concierto para clarinete», el 23 de octubre, en una cita en la que el estadounidense se verá emparejado con dos compositores rusos: Shostakóvich y Sergei Prokofiev.
Alondra de la Parra (foto: Óscar Turco)
Olivier Messiaen fue capturado en 1940, durante la invasión nazi en Francia, y fue retenido como prisionero de guerra. Mientras estuvo encarcelado, mostró a un compañero prisionero (y clarinetista) los bocetos de su obra maestra, el «Cuarteto para el fin de los tiempos». Messiaen pronto encontró un violinista y violonchelista, y fue capaz de armar su cuarteto, contando consigo mismo al piano. El peculiar estreno se produjo en 1941, frente a una audiencia de 400 prisioneros. El 19 de diciembre el Grup Instrumental de València interpretará por primera vez en el Palau «Oiseaux exotiques» del creador francés. Será uno de los momentos más interesantes de un periplo que nos arrastrará por las convulsiones sonoras del siglo XX; desde las pinceladas impresionistas de Debussy en su «Preludio a la siesta de un fauno», hasta el vértigo cósmico de Ligeti. Un espíritu afín parece animar la alianza del violinista Renaud Capuçon con la Orquesta de Valencia, que, al igual que su hermano el chelista Gautier Capuçon, unirá su nombre de forma recurrente a la sala Iturbi. El 23 de noviembre será el solista del «Concierto para violín» del poco frecuentado pero muy sugerente E. W. Korngold. Y el siglo XXI irrumpirá auspiciado por el joven valenciano Francisco Coll, convertido en compositor residente del Palau, el 1 de febrero. Otros de los compositores valencianos que pasarán por el Palau serán Voro García, Emilio Calandín y Miguel Gálvez Taroncher, sin olvidar los homenajes a Matilde Salvador o Francisco Llácer Pla.
El barroco es un período que últimamente había sido orillado en el Palau. Esta temporada en cambio encontramos un puñado de fechas dedicadas a estas músicas que, por su inmediatez, están capacitadas para atraer a un público amplio -de hecho están floreciendo numerosos festivales orientados a este repertorio-. Será el 25 de octubre cuando la Accademia Barocca Italiana aliada con la soprano Eugenia Burgoyne nos propongan un viaje, bajo el título «European Baroque», a través del inagotable caudal de la ópera barroca con paradas en Vivaldi, Haendel, Rameau o el español J. de Nebra. Fiel al requerimiento navideño, «El Mesias» de Haendel vuelve a encontrar su lugar, el 21 de diciembre, por cortesía de la Coral Catedralicia de Valencia y la Orquesta de Valencia. Las mismas formaciones, bajo la luminosa batuta del holandés Ton Koopman, ofrecerán su lectura del Oratorio de Navidad de J. S. Bach el 11 de enero.
Estamos habituados a que el piano nos regale momentos memorables a lo largo de la temporadas del Palau. Los devotos de este instrumento tendrán una fecha señalada el 10 de noviembre: el también director de orquesta Murray Perahia ofrecerá una de sus majestuosas interpretaciones. Otra leyenda al teclado, Grigory Sokolov -felizmente se mantiene fiel a su cita anual con Valencia- nos visitará el 24 de febrero. Y será también un pianista ruso, en este caso el mucho más joven Daniil Trifonov quien se enfrente al «Concierto para piano y orquesta núm. 2» de Rachmaninov -muchos cinéfilos lo recordarán por encender las imágenes de «Breve encuentro» de David Lean- acompañado por otro de los asiduos del Palau: Valery Gergiev, el zar de la Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinski de San Petesburgo. Debido a su diabólica habilidad técnica y su sensibilidad, Trifonov está despertando un culto similar al de Martha Argerich o Evgeny Kissin en sus inicios.
El flautista Emmanuel Pahud es uno de los músicos más excitantes y atrevidos de la actualidad, conocido por frecuentar el barroco, lo clásico y el jazz. En su paso por la sala Iturbi el 20 de enero, junto a la Orchestre de Chambre de Paris, demostrará su magisterio en el «Concierto para flauta y orquesta» de J. Ibert, uno de esos interesantísimos compositores neoclásicos que sería conveniente desempolvar para dinamizar el repertorio. Y Gautier Capuçon (violonchelo) y Samuel Parent (piano) encararán la interpretación de sonatas de Debussy, Brahms y Rachmaninov el 18 de diciembre. El francés Gautier Capuçon, uno de los principales embajadores del chelo en el siglo XXI, es conocido por vincular el refinamiento a un urgente dramatismo. Un intérprete tremendamente sugestivo con el que nos volveremos a encontrar en la segunda parte de la temporada.