Cada español que intoxica la realidad con su discurso reaccionario sobre ‘ni machismo ni feminismo’ o ‘las mujeres se están pasando’ no expresa otra cosa que ignorancia o maldad. Buena parte del desarrollismo franquista se cimentó en economías familiares liberadas de las cargas de crianza y de trabajo en el hogar, a través de cientos de miles de muchachas internas y precarizadas que hoy serían consideradas semiesclavas: las clases privilegiadas de los años 40, 50, 60 y 70 parasitaron a las hijas de las clases populares. Fue un abuso estructural, de consenso nacionalcatólico… de país fallido. En democracia cambió la forma pero no el fondo: la organización patriarcal de la familia y del trabajo. Hoy, no hay más camino que la reparación.
Desde hace años, las leyes promulgadas por los partidos políticos progresistas buscan dignificar el trabajo en el hogar, los cuidados y el resto de labores que durante el régimen de Franco, bien entrada la democracia e incluso en la última década no tuvieron el reconocimiento debido y transitaron desde la servidumbre a la precariedad salarial. Urge una enmienda a la totalidad del menosprecio histórico.
El pasado 2024, Miren Iza fue galardonada con el Premio Nacional de Músicas Actuales que concede el Ministerio de Cultura del Gobierno de España por su disco ‘Amadora’. Ese trabajo, que la compositora guipuzcoana presentó en salas medianas del país con su proyecto personal Tulsa, cristalizó como obra teatral homónima, con querencia de musical indie, dirigida y escrita por la dramaturga María Velasco (Burgos, 1984).
El domingo 26 de enero, a las 19 de la tarde se estrenará en Valencia, en el emblemático Teatre El Musical del Cabanyal-Canyamelar. “Miren buscaba un imaginario escénico para su disco. Contactó conmigo con algunos temas ya compuestos que me traspasó en una versión inicial. ‘Amadora’ es un álbum narrativo que desarrolla personajes. A partir de ahí generamos una dramaturgia conjunta, dándonos tiempo, con una correspondencia entre ambas que intercambió textos, figuraciones plásticas y canciones. Ese fue el proceso de creación de la obra. Es un espectáculo muy mimado desde todos los frentes. Hay un equipo implicado emocionalmente y esto se nota en el resultado”, explica Velasco.
Iza y Velasco provienen de geografías y estratos sociales diferentes y sin embargo el rol de Amadora es cercano a ambas. Es transversal en la sociedad española. Es universal en la perversa contemporaneidad de tradición católica. “Del mismo modo que el esclavismo explica el desarrollo de la sociedad capitalista occidental, el sistema económico de hoy no hubiera sido posible sin la mano de obra gratuita que proporcionaban las amas de casa. Incluso hoy, en mujeres que podríamos calificar con ese horrible adjetivo de ‘emancipadas’ integradas en el mercado laboral, las tareas del hogar, la crianza y la maternidad siguen recayendo en ellas y es difícil desprenderse de los roles de género. Es una herencia pesada”.
En la obra citan a la escritora Virginia Woolf con aquello de ‘Pensamos sobre el futuro a través de nuestras madres’. La estructura social y económica de la España de 2025 es una batalla entre la continuidad histórica determinada por décadas de privilegios de clases altas en dictadura y la lucha política por llegar al estado social constitucional con ayuda de la integración en Europa. Y en esa guerra, la mayoría de mujeres y en especial las mujeres trabajadoras de clase popular fueron invisibles. “Amadora es un musical indie. El gran desafío de Miren fue llevar al pop cuestiones ajenas al género: temas sociales y políticos sobre las mujeres que incluso la canción protesta clásica no tocó”, incide María.
No debería existir freno en las reivindicaciones feministas sino más movilización social y una firme determinación legislativa para llegar al corazón de la injusticia. No es tiempo de tibieza: hay que morder con el BOE y sonreír con la cultura. “La obra ha tenido una buena aceptación entre generaciones diversas porque es un tema transversal. El 80% de los pacientes con enfermedades autoinmunes son mujeres. Las cifras son incuestionables y en parte son la herencia cultural de 40 años de franquismo, de una sociedad que pensaba en las mujeres como cuerpos vigilados, sin educación sexual ni derecho al aborto. Esto no se subsana en cuatro días por más que existan avances”, concluye Velasco.