Valencia es un estado mental que olvida rápido y agradece poco: Truenorayo 2024

por | 1 octubre 2024 | Conciertos

Fotos Susana Godoy (Jimena Amarillo y Melenas)

Riesgo, calidad, inclusión, perspectiva de género y vocación por resultar contemporánea hacen de la cita en La Mutant una de esas iniciativas culturales que deberíamos cuidar y potenciar. Once años de Truenorayo Fest y el público volvió a responder.

¿Deberíamos ser optimistas? En esta ciudad nunca se sabe. ¿Vieron cómo se descabezaron las direcciones del Centre del Carme o del IVAM sin tener en cuenta los resultados de su gestión? Los tiempos están cambiando también en la política cultural de “la terreta” y ya hemos visto por dónde podrían ir los vientos azules y verdes.

Centenares de visitantes en bicicleta, erasmus de piel sonrojada en peregrinación hacia el barrio del Carmen o Ruzafa, las nuevas concesiones en la Marina, el boom de las universidades privadas, la remodelación del Parque Central, el desafío de los sintecho en el cauce del río y en algunos soportales, la falta de vivienda asequible, los retos de la movilidad, la inflación de los apartamentos turísticos en los buscadores de internet, las nuevas funciones urbanas, la barcelonalización de la Malvarrosa, las grúas que buscan su hueco en el skyline del entramado urbano. ¿No tienen la sensación de que la Valencia del siglo XXI toma velocidad ? El IMED abre sede en la calle Colón y el Roig Arena anuncia a Hans Zimmer. Con un sistema de festivales cada vez más intervenido por los fondos de inversión y el capitalismo sin espíritu, proteger y reforzar propuestas como el Truenorayo Fest es un imperativo ecológico para salvaguardar la diversidad.

Si quieren conocer algo del estilo del mundo, les habría venido bien darse una vuelta por el jardín adyacente a La Mutant donde la organización programó casi una decena de djs para las dos jornadas y donde se ubicó algunos puesto de ropa, las barras, una food truck y mesas para facilitar la sociabilidad. Mientras tomábamos una cerveza unas chicas muy educadas nos informaron de los riesgos de las relaciones sexuales sin condón. Parece que en algunas materias vamos para atrás.

Entre la juventud congregada, mullets de diversas dimensiones, algunas camisetas de futbol, bigotillos de espadachín, pendientes de aro de importantes dimensiones, algunas Timberlands y Martens anunciando el invierno, holgura en los pantalones, reminiscencias del rollo quinqui, un par de chicas con vestido Fred Perry, mucho Adidas, bastantes TN y cierta fluidez en los complementos como no podía ser de otra forma. Modernos del mundo: convendría no olvidar la ducha y el desodorante en estos días tan señalados. Hay olores que no se perdonan.

Melenas y Jimena Amarillo

Círculos de azul Klein y trazos hechos como con tinta garabateados en la pantalla. Juegos de sombras chinescas contra el blanco que lo oscurecía todo. Melenas, formación de Pamplona, arrancó muy concentrada, no había tiempo para ajustar las piezas. Su último trabajo Ahora (2023) se encargó de nutrir buena parte del repertorio. En su tercera entrega el cuarteto navarro se apartó algo del discurso preponderante de las guitarras para apostar por las atmósferas construidas con sintetizadores. Un giro estilístico que les acercó a otros lugares sin perder sus señas de identidad.

Durante buena parte de la actuación dos teclados, el bajo y la batería fueron los encargados de construir las melodías. Esas composiciones tienen momentos que traen ecos de unos Stereolab sin la calidez brasileña ni el aire francés, de unos Broadcast despojados del barniz cinemático o de unas Nosoträsh más tensas y menos costumbristas. Sobriedad rítmica y cierto tono confesional para la sociedad del riesgo. La banda que llamó la atención de Henry Rollins con sus Días Raros (2020) era uno de los nombres destacados del cartel.

No es fácil sobreponerse al ajetreo de conversaciones en una cita que mezcla intereses distintos y discursos sonoros de diferente filiación. Para esta edición del Truenorayo se programaron cinco bandas por día con nombres tan queridos por la hinchada local como La Plata o Jimena Amarillo. El cartel ofrecía además la oportunidad de disfrutar de propuestas emergentes como El Buen Hijo o Sofía y de descubrir el directo de bandas aún inéditas en la ciudad. A las ocho y cuarto, como estaba previsto, Melenas abordó el escenario frente a un público que casi llenaba ese espacio rectangular que te hace sentirte en el fondo de una enorme caja de zapatos. La solvencia en la ejecución y el magnetismo de esas piezas de pop de tonos fríos terminaron sofocando las conversaciones. Estaban encantadas de repetir en un cartel donde encajan como un guante.

Las navarras decidieron coronar sus escasos tres cuartos de hora de actuación con Oso Polar, Bang y No Puedo Pensar. Tres hits incontestables para terminar bien alto. Tampoco la organización quiso arriesgar y programó para el cierre a Jimena Amarillo. La valenciana, cómoda entre amigos y conocidos, dio un concierto sentido, sincero y vibrante. Su actuación terminó siendo una reunión familiar multitudinaria. Qué emocionante ver como muchos de los congregados hacían suyas esas canciones.

Los gustos evolucionan, las estéticas se transforman, las tecnologías producen disrupciones inesperadas, la entropía difumina los límites, las nuevas generaciones buscan sus lenguajes y sus espacios, algunas cosas vuelven como tragedia y otras como farsa pero la emoción sigue nutriendo la música popular y ofreciendo claves para explicarnos y explicar el mundo. Nosotros que vimos desaparecer como lágrimas en la lluvia los ciclos de conciertos en el Colegio Mayor Luis Vives o ese Observatori que nos hizo sentirnos en la vanguardia del mundo deberíamos mimar estas iniciativas tan valiosas. Valencia es un estado mental que olvida rápido y agradece poco.

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