La última huelga, 1984: cuando los mineros y el pop británico combatieron a Thatcher

por | 16 octubre 2024 | Reportajes

Huelga minera en Orgreave, 1984 Foto Paige Creative Commons

La huelga de los mineros británicos, que se inició hace ahora 40 años, ha pasado a la historia como el último gran combate de la clase trabajadora. Aquí confluyeron una serie de elementos que la convirtieron en un episodio histórico: la capacidad de resistencia de los mineros y sus familias, los choques con los antidisturbios, el estado de excepción policial en los pozos mineros, la épica de las cajas de resistencia, y la solidaridad del resto de la clase trabajadora británica entre 1984 y 1985.

Todo empezó hace ahora cuatro décadas. Reforzada por su victoria inesperada en 1983 (fruto de la guerra de las Malvinas) Thatcher y su gobierno conservador anuncian a principios de 1984 el cierre de 20 pozos mineros y el despido de 20.000 trabajadores, como medida fundamental en la supresión del Estado social iniciada en 1979. Ante este brutal recorte, el Sindicato Nacional de Mineros (NUM) convoca una huelga indefinida en todo el país a partir del 6 de marzo de 1984 para conseguir que los tories retiraran la propuesta y se sentaran a negociar.

Maggie contra la clase trabajadora británica

Con los años se ha demostrado que el carbón británico tenía futuro pero el gobierno de Thatcher manipuló los datos de pérdidas de la industria minera para así poder aplastar al Sindicato Nacional de Mineros dirigido por Arthur Scargill. Esto era básico para el populismo autoritario que la Dama de Hierro quería imponer. Este sindicato era el más organizado y numeroso de las Trade Union. También el más experimentado en mantener luchas sostenidas en el tiempo, como demostró derrotando al gobierno tory en 1974. En definitiva, se trataba, como dijo Ken Loach, de las tropas de élite de la clase obrera: venciéndoles a ellos se vencía a toda la clase trabajadora británica.

En la guerra contra los mineros entre 1984 y 1985 Thatcher desarrolló todo un arsenal de medidas propias de un Estado totalitario. Declaró ilegal la huelga, para lo cual modificó las leyes sindicales prohibiendo la acción de los piquetes informativos, legalizó que se pudiera ocupar el puesto de trabajo de los huelguistas, modificó la seguridad social para que éstos no pudieran recibir ninguna prestación social del Estado, y coordinó a las fuerzas policiales para que ocuparan las comunidades mineras; todo ello con el objetivo de acosar y amedrentar a los mineros y a sus familias. Para Margaret Thatcher los mineros eran el enemigo interno, así que no dudó en suprimir el Habeas Corpus para los 11.291 huelguistas detenidos, aboliendo así una figura fundamental del Derecho en Gran Bretaña, en vigor desde el año 1305.

A pesar de ser una lucha tan desigual, hubo momentos en los que parecía que los mineros podían ganar. Así fue durante la llamada “Batalla de Orgreave” el 18 de junio de 1984, en la que los mineros, hartos de la protección gubernamental a los rompe huelgas, decidieron plantar cara a estos en el pozo de Orgreave (South Yorkshire). El gobierno conservador envió a 5.000 policías al lugar para atacar a los trabajadores, convirtiéndolo así en el enfrentamiento social más violento del siglo XX. En varios momentos del día los mineros estuvieron cerca de contener y hacer retroceder a los antidisturbios, pero la violencia de estos, inédita hasta la fecha en el país, lo imposibilitó. Al final de la jornada, centenares de mineros habían sido detenidos o heridos.

Meses después los los procesos judiciales a los detenidos acabaron colapsados, al comprobar los jueces que las pruebas acusatorias presentadas por la policía eran inventadas y poco fiables. Ésta fue condenada a 425.000 libras de compensación a los mineros por agresión, detención ilegal, y procesamiento infundado.

La brutalidad policial vista ese día fue tal que el artista vanguardista Jeremy Deller decidió recrear la batalla en el año 2001, a través del colectivo artístico Artangel. Fue filmada por el director de cine Mike Figgis para Channel 4, contando con 800 extras que, con enorme realismo, representaron de nuevo la confrontación civil más violenta de Gran Bretaña desde la Huelga General de 1926.

Tras el 18 de junio de 1984, la huelga entró en una fase de resistencia primero y de declive después. Las cajas de resistencia se iban agotando y las familias de los mineros comenzaban a pasar literalmente hambre. Fue justo en ese momento cuando se desplegó la mayor solidaridad entre el resto de los trabajadores para intentar paliar una situación inhumana. Ello no pudo impedir que finalmente los mineros agotados, aislados y con sus familias prácticamente en la pobreza, desconvocaran la huelga el 3 de marzo de 1985, un año después de su inicio. Había sido la huelga estatal más duradera en la historia del movimiento obrero de la postguerra.

El apoyo de la cultura: Paul Weller, Billy Bragg, cineastas y literatos

Si las políticas ultraliberales de Thatcher habían contado con el rechazo mayoritario de las comunidades obreras, la huelga minera fue la espita que detonaría todo el descontento social contra los conservadores. Este contexto y la extracción obrera de la mayor parte de músicos británicos, hizo que el paso hacia una politización del rock, desconocida en el resto de Europa, se generalizara. Numerosos artistas realizaron giras por todo el Reino Unido para recaudar dinero para las familias mineras como la que realizó Sting, hubo conciertos solidarios específicos como los impulsados por Bronsky Beat y Billy Bragg, o la cesión de porcentajes de la recaudación de las entradas de sus bolos como harían The Style Council.

A ello se le añadirían continuas declaraciones de músicos defendiendo la huelga y atacando al gabinete de Thatcher, así como la ayuda prestada por parte de colectivos que sufrían también la persecución policial y que unirían su lucha a la de los mineros, como sería caso del colectivo LGTBI. La atracción de estos sectores, muy influyentes en los jóvenes, hacia la huelga minera no pasó desapercibida a los medios especializados musicales, los cuales vieron que era absurdo seguir las instrucciones de censura que llegaban desde el 10 de Downing Street. Esto se evidenció en los premios anuales otorgados por la revista New Musical Express en 1984, en los cuales el secretario general del Sindicato Nacional de Mineros, Arthur Scargill, recibía el galardón de “Ser humano más maravilloso del año”, mientras que al año siguiente y con el fin de la huelga, Margaret Thatcher recibía el premio de “Creep del año”.

Un primer reflejo del nivel de conciencia política al que la huelga minera llevó al pop británico fue la constitución el 21 de noviembre de 1985, meses después del fin de la huelga, del colectivo Red Wedge. Impulsado por músicos como Billy Bragg, Paul Weller y Jimmy Somerville, este colectivo decidió organizar una campaña sostenida en el tiempo, para ayudar a lograr una victoria laborista en 1987 y desalojar a la Dama de hierro de Westminster. Numerosos músicos fueron uniéndose a la Red Wedge como Madness, The Specials, Kirsty MacColl, Lloyd Cole, The The, Prefab Sprout, Elvis Costello o los mismismos The Smiths que tocaron en un concierto en Newcastle. La lista de músicos no dejaría de ampliarse hasta las elecciones de 1987.

Se compusieron canciones en los que la lucha de los mineros quedó reflejada directamente. Así la batalla de Orgreave era protagonista en los temas “Iron Hand” de Dire Straits, “30-Year War” de Manic Street Preachers, “Sirens” de Dizzee Rascal y en el sobrecogedor inicio de “Last Night I Dreamt That Somebody Loved Me” de The Smiths con las voces de los mineros manifestándose de fondo. La huelga minera apareció de manera transversal en temas como “Walls Come Tumbling Down” de The Style Council, o “Why” de Bronski Beat en la cual Jimmy Sommerville inspirándose en la criminalización de los mineros por parte de los medios de comunicación de la derecha, denunciaba los prejuicios conservadores contra los homosexuales. Pero sería Billy Bragg el que compondría el tema más emotivo después de la derrota de la huelga, “Between the Wars”, una de las canciones más bellas sobre la clase trabajadora que se han escrito en la música popular.

El mundo del cine también llevó a la pantalla su crítica al ultraliberalismo de los conservadores, con películas en las que el eco de la huelga de los mineros desempeñaría un papel central. Así, el conflicto minero aparece directamente en películas como “Tocando el viento” de Mark Herman, “Pride” basada en unos hechos reales conmovedores y la celebérrima “Billy Elliott”. La adaptación de la película al género musical por parte de Elton John, supondría su pase al laborismo.

La literatura también tuvo espacio para la huelga minera. Así es el elemento central de la trama de la novela “GB84” de David Peace, y también en la biografía de Mark Renton protagonista de “Skagboys”, precuela de “Trainspotting” escrita por Irvine Welsh. A nivel de ensayo es de obligatoria lectura, “El enemigo interior. La guerra secreta contra los mineros” del economista y politólogo Seumas Milne, el mejor libro escrito sobre la era Thatcher, según Naomi Klein.

La derrota de los mineros el 3 de marzo de 1985 supuso la del conjunto de la clase trabajadora británica. A continuación, se desarrolló un populismo autoritario que hizo retroceder a Reino Unido a la disciplina social, al clasismo, al patriarcado, a la homofobia y a una suerte de supremacismo blanco. Pero aun así, el día que falleció Margaret Thatcher en 2013, las emisoras de radio británicas reprodujeron ininterrumpidamente la canción de Hefner “The Day That Thatcher Dies”, que acabó siendo número 1 ese día. De alguna, manera los mineros y sus familias la habían derrotado al final.

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