Cuando la lógica del músico y la del fan discurren por vías paralelas, el desastre asoma la patita. Pocos lugares comunes tan nefastos como aquellos en los que los compositores ligan su trayectoria al afecto incondicional de sus seguidores. Agradecimientos y respeto, sí. Fanáticos y profetas, los justos. Panxo no es solo uno de los compositores de pop valencianos más relevantes del siglo XXI, sino que parece un tipo coherente, firme en sus principios, alejados del show business, inquieto en su evolución musical y con una enorme capacidad de lectura del contexto actual.
Zoo se acaba en su punto álgido, algo que casi nadie hace en la industria musical, sobre todo en Valencia, donde escasean los grupos que pueden congregar miles de compradores de entradas. ¿Imaginan a los Rolling Stones disolviéndose tras publicar Exile On Main Street, en 1972? ¿O a U2 anunciando su separación tras la gira de Achtung Baby, en 1992? Qué cantidad de desencanto le habría ahorrado a la humanidad en las décadas posteriores. A la escena musical valenciana se viene llorado de casa, no veo a 1.000 punkis desconsolados por el fin de Futuro Terror, el gran grupo alicantino de la última década, disuelto hace unas semanas. Los de Toni Sánchez «Panxo» dejan un legado histórico y tres álbumes sin mácula en la música popular valenciana: no habrá un solo pero en el relato de los musicólogos futuros. Todo eso han logrado.
Siendo la industria valenciana tan particular y nuestros medios de comunicación generalistas tan proclives al drama-matraca cuando se aproximan a la música, la disolución de Zoo, que no de la actividad de sus componentes, aparece ya como una especie de descenso a los infiernos del sector. Aquí no hay orfandad que valga. Por atrás, los jóvenes como Jimena Amarillo, Hoke, La Maria, Gazella, Sandra Monfort, Lisasinson o Maluks vienen apretando. Panxo ha elegido ser Michael Stipe en lugar de Bono, y ahora decide publicar un disco de rap clásico, con olor al Nueva York de los años 90, junto a Toni Mejías, de Los Chikos del Maíz, Jerry Coke y Pollet, en el nuevo proyecto Rawpublik. No hay evolución musical sin muerte y resurrección. Matar al mono y liberar al hombre.