Sobreponerse a la derrota y recuperar la esperanza

por | 2 julio 2024 | Conciertos

Foto Alex Ruiz

No se lo que ha dicho y tampoco creo que él lo entienda”– Le espetó con desdén Trump a Biden. El malencarado elefante del tupé rubio se sintió vencedor. Una mueca de soberbia contrajo su rostro. El estudio azul de la CNN se volvió hostil y nos devolvió la imagen de un anciano noqueado y ajeno a todo ¿Estábamos ante uno de esos momentos que cambia el curso de los acontecimientos o ante una anécdota que terminará siendo una lagrima en la lluvia? Horas después de la derrota demócrata teníamos una cita con las armonías de los angelinos Uni Boys en el Loco Club; era todo un planazo. Su último disco Buy this Now! (2023) es toda una reivindicación de una forma de entender el pop que amamos y que ha sido maltratada por el mainstream hostil y por el desdén de muchas tendencias frívolas ¿Habría una buena respuesta del público ? Pronto lo sabríamos.

Llegamos con tiempo y nos entretuvimos surfeando por los distintos titulares que resumían el debate de la madrugada anterior. Las conclusiones eran tan demoledoras que nos fuimos a por cerveza para subir el ánimo. Arrancaron los castellonenses Chica Medusa con su rock correoso, a veces más pop y otras más rock, con algún que otro guiño punk. Resulta entretenido ver a una banda que, aunque aún tiene que definir sus contornos, anda sobrada de entusiasmo. El personal siguió llegando con el aire excitado de los viernes por la noche. Todo apuntaba a llenazo. Costó quitarse de la cabeza la imagen de todo un presidente de los EEUU perdido en sus limitaciones ¿Cómo te recuperas de una derrota así? Todos deberíamos votar en las elecciones del imperio. Si ellos tosen todos nos resfriamos

El ambiente era ya el de las citas importantes. De mitad hacia adelante las filas se fueron apretando. Se intuía más público femenino del habitual y bastante gente joven. Cerca de nuestra posición un grupito de chavales de veintipocos exhibían el estilo vintage que esta forma de entender el pop requiere. Iban guapísimas y guapísimos con sus jeans de pitillo, sus camisetas entalladísimas, sus pelos lacios, sus vestidos de inspiración yeye, sus tatuajes de colores y su aire de eterna juventud. No podían molar más. El cuarteto californiano abordó el escenario como si tuvieran prisa. Dos guitarras y dos voces solistas que se apoyan y se intercambian su papel de liderazgo, un bajo efectivo y una batería eficaz. Abrieron fuego con celeridad y muchos se comenzaron a agitar.

La excitación de las primeras filas se fue contagiando. Sobre el escenario saltos, pasos hacia adelante y hacia atrás, movimientos de pelo a uno y otro lado, miradas cómplices, guitarrazos y mucho vigor. A una canción de estribillo inapelable seguía otra perla pop de ritmo trepidante. Sus dos últimos álbumes tienen argumentos suficientes para reventar las costuras del género y llegar a públicos más amplios. Let ‘s Watch a Movie, I Want It Too, Two Years, I Don´t Believe in Love a punto estuvieron de desbordar el entusiasmo. Un poco más de contundencia en la sección rítmica habría precipitado la revolución. Desde nuestras posiciones de retaguardia echamos en falta algo más de volumen. De mitad hacia delante todo eran ya brazos en alto, botes, coros y mucha alegría. El mar se había puesto bravo. Los aires optimistas de la costa oeste nos hicieron olvidar el torpe liderazgo demócrata y los malos augurios de las legislativas francesas. Los más jóvenes se habían hecho fuertes frente al escenario y secundaban los estribillos como si les fuera la vida en ello. Qué felicidad nos dio comprobar que aún no nos han vencido.

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