Surfin’ Bichos y la importancia de la geografía

por | 17 enero 2024 | Conciertos, Música

El magnífico periodista de La Vanguardia Enric Juliana nos advirtió de la importancia de los mapas para interpretar los procesos. Se mire por donde se mire, la ciudad de las navajas siempre ocupó un lugar indeterminado en las representaciones a escala. Estaban tan alejados de la capital y de la costa que no les quedó otra que inventarse su propio cielo, como Robyn Hitchcock.

Desde Albacete, ese enclave de contornos difusos, emergieron los Surfin’ Bichos con sus plegarias, sus desafíos, sus temores, sus guitarras tensas, su juventud inconsciente, sus melodías de terciopelo y sus desgarros postadolescentes un poco antes de que el mundo bipolar de la segunda mitad del siglo XX se desmoronara. Gente abollada o ¿Amas lo desconocido? aún podían guiñar un ojo a las producciones de Tres Cipreses, pero El Rey del Pegamento partía del glamour sucio de The Velvet Underground para prolongarse hacia el futuro. Su universo llenó de anhelos, imágenes bíblicas, arañazos rock, pop confesional, algún susurro salado de las brisas de Copacabana y mucho del dramatismo de los inadaptados sólo se pudo forjar en una de esas ciudades de provincias donde las cosas más interesantes siempre ocurren en tu imaginación. Convendría no olvidar la potencia creadora del aburrimiento.

La Luz en tus entrañas ( 1989), Fotógrafo del Cielo ( 1991), Hermanos Carnales ( 1992), El Amigo de las Tormentas ( 1993) y el Family Album I ( 1993) componen uno de los capítulos más importantes de la música popular en castellano. Imposible entender la transición de los grupos de la Movida a la efervescencia de la Revolución Superocho, y lo que llegó después, sin tener en cuenta esta sucesión de trabajos excelentes. Las ilusiones agrietadas, los tropiezos, los logros, las inseguridades y las urgencias del rock acercaron el punto de ignición y todo terminó ardiendo como el poliespán. Su último gesto de honestidad, en la canción que cierra el álbum de despedida, fue reconocer que no podían hacerlo solos. 

Los noventa fueron otra historia, el tiempo cogió velocidad, la realidad perdió consistencia, Joaquín Pascual, Carlos Cuevas y José Manuel Mora se convirtieron en Mercromina mientras Fernando Alfaro lideró Chucho. Los nuevos proyectos fueron muy bien recibidos y se insertaron con naturalidad en la incipiente escena independiente. Si nos habíamos olvidado de esa ciudad zarandeada por el viento de la meseta los Muchachada Nui la volvieron a situar en nuestra educación sentimental. Mientras, la pericia y el talento del escritor Agustín Fernandez Mayo consiguieron convertir al creador de Tejido de Felicidad en un personaje de novela, un tipo solitario que sueña diarios de petróleo en una gasolinera desangelada de la planicie interminable. Todo muy Win Wenders, pura Nocilla experience. Los protagonistas y el territorio desbordando lo musical.

Los trabajos de ambas formaciones se sucedieron hasta alcanzar los dos mil y terminaron brotando otras ramificaciones y otras propuestas más personales. Así, enredados en sobrevivir, se nos pasaron treinta años. Estaría muy bien tener presente que cuanto más envejeces más duelen las hostias y que hay piruetas, como intentar volver donde fuimos felices, que son tremendamente arriesgadas. 2023, el año de la guerra de Ucrania, los récords climáticos y la devastación de Gaza, vio con sorpresa cómo formaciones desaparecidas muchísimo tiempo atrás como Everything But The Girl o Blur regresaban con éxito y trabajos excelentes. Con toda la responsabilidad que da ser una referencia ineludible en el pop español el cuarteto de Albacete se atrevió con once temas nuevos para Sonido Muchacho que titularon Más Allá. Algún corte tiene la piel de Surfin Bichos pero abundan los temas que no desentonarían en los últimos trabajos de Alfaro; en eso se parece bastante al “ “The Ballad of Darren “ que es mucho más de Albarn que de los demás.

La revista Rockdelux lo situó en el puesto diecinueve de los cincuenta álbumes mejores del año ¿Podemos considerar la operación regreso un éxito? Pensamos que sí. El pasado verano los pudimos disfrutar en el Aspesuena y ahora les ha llegado el momento de reivindicar su presente y su legado en los clubs de las principales ciudades del hemisferio independiente. En tiempos de algoritmos sin contexto, inteligencia artificial sin alma y la arrogancia de Google Earth convendría no olvidar lo importante que han sido en nuestras vidas algunos lugares, algunas discografías y algunos artistas.

Surfin’ Bichos tocan el próximo 26 de enero en la sala 16 Toneladas de Valencia.

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