David Gedge nunca ha sido un tipo propenso a congraciar con los requerimientos básicos de la industria. Siempre ha hecho, más o menos, lo que le ha venido en gana. Despachó doce singles consecutivos durante 1992, a uno por cada mes del año, como temeraria estrategia promocional en un tiempo en el que -al menos- aún se vendían discos, y el nombre de sus The Wedding Present ya gozaba del aura de institución del rock independiente británico.
Han pasado más de dos décadas, pero algo debe quedar de esa pulsión, porque ahora se ha sacado de la manga un largo de veinte canciones -en tiempos en los que la digestión de álbumes completos va camino de convertirse en un pasatiempo de cuatro connoisseurs-, en el que cada uno de sus temas va acompañado de una pieza audiovisual, a modo de videoclip. El disco se llama Going, going… (Scopitones, 2016), es el cuarto que publican desde que en 2005 volvieran a reunirse para emprender una segunda etapa (tras un paréntesis en el que su proyecto Cinerama copó todos sus desvelos), y es también el más ecléctico, aventurado e incluso experimental (al menos, para tratarse de una banda tan tozudamente fiel a sus contornos sonoros) que han editado en toda su carrera.
Tampoco está mal, teniendo en cuenta que llevan más de diez años alternando la presentación de sus nuevos trabajos -que van cayendo en lenta cadencia, casi a uno por lustro- con la nostálgica recuperación en directo de sus discos más emblemáticos, los de la segunda mitad de los 80 y la primera de los 90, rememorándolos canción a canción. En 2007 giraron para conmemorar el 20 aniversario de George Best (Reception Records, 1987), en 2010 volvieron a la carretera para celebrar el 21 cumpleaños de Bizarro (RCA, 1989) y en 2012 hicieron lo propio con Seamonsters (RCA, 1991). Así que, antes de que insistan con la matraca nostálgica y les dé por continuar -es lo que marca la cronología, todo llegará- con Watusi (Island, 1994), ya tocaba que se acercaran por aquí con material nuevo, y no para seguir interpretando canciones compuestas cuando David Gedge apenas alcanzaba o rebasaba los 30 años, desde la perspectiva -inevitablemente, muy distinta- de sus actuales 56.
Los primeros cuatro temas de Going, going… suenan como si Gedge hubiera dado un curso acelerado de post rock decelerado. Son indagaciones paisajísticas que poco -o nada- tienen que ver con la fórmula que patentó. Pero que nadie tema: a partir de “Two Bridges”, el quinto corte del álbum, vuelven a aparecer los Wedding Present más reconocibles. Los que hicieron que sus fulgurantes rasgueos de guitarra, sus melodías agridulces y sus letras irónicas se convirtieran en santo y seña de aquella independencia que oficializó la cinta C-86, que distribuyó el New Musical Express en 1986, y de la que ellos formaron parte, aunque siempre defendieran unos contornos creativos muy propios, reacios a subsumirse en ninguna marea generacional.
Los mismos The Wedding Present de siempre, los que gozaron del apoyo rendido e incondicional del radiofonista John Peel. Los que despuntaron como una de las bandas más rocosas, fiables y tozudamente honestas de su generación. Aunque entre los dos extremos de esa balanza en la que se sitúan con este trabajo, entre el lirismo casi contemplativo de sus primeros cortes y el aguerrido jangle pop que siempre les ha definido, también hay hueco para que el accésit de elegancia y detallismo instrumental acumulado por Gedge en Cinerama filtre algunas de sus propiedades en varios de sus temas. Son 20 canciones que suponen una buena síntesis de todas sus cualidades, y que hacen que su propuesta gane algo en profundidad de campo.
Es este el primer trabajo que afrontan con el nuevo guitarrista de refuerzo, Samuel Beer-Pearce, y con la nueva bajista, Katharine Wallinger (quien también aporta el contrapunto vocal a la voz de Gedge en varios temas), y lo presentan en una gira que pasa por nuestro país, una de sus plazas fuertes, con fechas en San Sebastián (28 octubre), Pontevedra (30 octubre), Madrid (31 octubre), Barcelona (2 de noviembre) y la sala Loco Club de Valencia, el 1 de noviembre. No hay equívocos con ellos. Tampoco decepciones ni grandes sorpresas. Como con casi todos los valores seguros.