Olvidad las omnipresentes composiciones de Luis Fonsi o J Balvin, los paladines de la música latinoamericana, que actualmente se encaraman como líquenes tenaces a los lugares más altos de las listas en medio mundo. En oposición a estas aportaciones perezosas, otros artistas buscan la redefinición del pop trenzado en América Latina, dando la vuelta a las actitudes acostumbradas y exprimiendo con avidez sus posibilidades sonoras.
Desde luego, los colombianos Bomba Estéreo no son unos recién llegados a esta noble cofradía: con más de una década de trayectoria, su sonido ha ido mutando de disco en disco y su éxito ha crecido debido a la atracción ascendente que despiertan los sonidos caribeños y latinos. El combo capitaneado por Li Saumet tiene ya todos los papeles en regla para captar a un público amplio, de apetencias musicales verdaderamente heterogéneas.
Puede que el melómano medio de nuestro entorno haya tendido a aplaudir las contaminaciones interculturales siempre que estas procedieran de artistas con los que ha estado familiarizado. Generaciones de entendidos han apreciado la osadía de Eno o Byrne a la hora de infectar sus canciones con ritmos africanos o cantos del Tíbet, por citar a dos luminarias sugestionadas por el exotismo. Sin embargo, cuando otras culturas toman sonidos de la tradición occidental (anglosajona más bien, seamos claros) parece que estas se deban constreñir a lo marcado por el canon si quieren ser competitivas. Intereses que han ido en una sola dirección, justificando el préstamo y condenando el reflejo; la base de la indiferencia de muchos por escenas situadas al margen de los confines del imperio que delimita nuestro, cada vez más secundario, primer mundo. Las cosas, poco a poco, van cambiando, mientras los géneros se desdibujan; y, aunque siempre quedarán talibanes de la ortodoxia, propuestas como la de Bomba Estéreo amenazan con tener un impacto planetario. No resulta ajena a esta resonancia el que Obama se prendara de una de sus canciones, la visibilidad que les aportó su colaboración con Will Smith o que los respetados Arcade Fire los eligieran como teloneros.
«Ayo» (2017), su último disco y que presentarán en Jardines de Viveros de València el 18 de julio, recoge toda su herencia y la estruja hasta sus últimas consecuencias. Una miscelánea jugosa que parte de la cumbia y del uso de instrumentos típicos colombianos para derivar hacia la psicodélia, el electropop, el reggaeton y cualquier otro desvío acogedor susceptible de ser convulsionado por la vitalidad de sus interpretaciones. Su inmediatez melódica -cautivan en una primera escucha- se mantiene alejada con pericia del terreno de lo obvio. De hecho, una pieza como «Duele», capaz de hacer aflorar en todo su esplendor la cepa folclórica, podría ser la canción manifiesto de Bomba Estéreo: una reflexión sobre el abandono y el dolor bajo el latido bullicioso del hip-hop, atravesada por centelleantes inserciones de la caña de millo, guitarras coloristas y la entrega, raramente apasionada, de Saumet. La raíz se injerta en una óptica global, creando una música que bascula en un equilibrio envidiable entre el orgullo y la apertura mental.