El triunvirato de Alberto Haller

por | 16 septiembre 2019 | Noticias

Me llamo Alberto Haller. Nací en València en 1989 y actualmente dirijo la editorial Barlin Libros. Antes de enredarme en un proyecto como el que actualmente me ocupa fui librero. Antes de ser librero, fui estudiante de Ciencias Políticas en los Países Bajos. Y antes de eso, lo mismo pero de Historia aquí, en València. Aunque con una parada técnica en Berlín para un erasmus maravillosamente infame, en el que me dediqué a escuchar y sentir la música en el pecho. Y más para atrás, ni me acuerdo. Siempre he adorado a Laurent Garnier, y ahora soy su editor en castellano.

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 Surfing on sine waves Polygon Window (1993)

Me decanto por esta joyita editada en 1993 por Warp, dentro de su serie ‘Artificial intelligence’. Detrás de tan extraño nombre no se esconde ningún artista maldito caído en desgracia y borrado injustamente de la historia, sino que se trata de un pseudónimo —otro más— de Richard D. James. Más conocido como Aphex Twin. El disco tiene dos grandes virtudes. La primera es que se trata de un viaje de ácido sin necesidad de quebrantar la ley. Te puedes tumbar en el sofá de tu casa y dejarte guiar por los meandros más sinuosos de tu cerebro sin dejar de ser un ciudadano ejemplar. La segunda es esa cualidad que tanto admiro y tan pocos artistas saben ejecutar: el ser perversamente oscuro mientras se irradia haces de luz cegadora. Como asfixiarse perdido en una cueva y, a la vez, no dejar de ver un punto de luz que te atrae y nunca alcanzas, aunque sin desesperar. Y esos sintes siniestros disparados a velocidad de crucero, y a la vez suaves como el algodón… Es un disco exquisito porque no para de contradecirse a sí mismo.

Nostalgia de la luz Patricio Guzmán (2010)

Al sentarme a escribir esto, no sé por qué, ha acudido a mi memoria este documental del chileno Patricio Guzmán. Y sobre la memoria trata, precisamente. Recuerdo devorarlo repetidas veces cuando vivía en los Países Bajos, recomendado por una maravillosa profesora argentina que tuve en la universidad de allí. Comenzar hablando de la búsqueda de algo indeterminado en el infinito del espacio por parte de las agencias espaciales mundiales tales como la NASA, para acabar aterrizando sobre el desierto de Atacama de mano de las madres que, aún a día de hoy buscan a sus hijos desaparecidos por la dictadura de Pinochet, es un triple salto mortal de guion asombroso. ‘¿Qué hacemos buscando allá afuera, en el infinito, cuando aquí, en unos pocos kilómetros cuadrados, aún hay cosas mucho más importantes por encontrar?’, parece querer decir. El testimonio del dolor de esas madres es impactante. Y muy duro.

El aroma del tiempo  Byung-Chul Han (2015)

Los que me conocen ya saben lo pesado que estoy últimamente con este filósofo de origen coreano afincado en Berlín. Considero que, junto a Bauman, son las dos grandes voces para comprender el momento histórico en el que estamos inmersos. Si bien ya había leído casi toda su obra con anterioridad, esta sobre la crisis del modo en que vivimos el tiempo hoy en día aún me estaba esperando en el estante de casa. He decidido recomendarlo porque, gracias a él, he podido comprender que nuestra época no es, al contrario de lo que pensaba, la de la aceleración del tiempo, sino que el tiempo se encuentra atomizado y disperso. Básicamente, el nihilismo característico de la posmodernidad impide todo horizonte de sentido trascendente, y es por eso que no vivimos el tiempo como una narración que tienda hacia ningún fin —llámese ‘Dios’ en la antigüedad; llámese ‘progreso’ en la modernidad—, sino que vivimos instantes desligados los unos de los otros. Puntos dispersos, que llamaremos ‘momentos’, que no avanzan en un sentido determinado o lineal, sino que lo hacen en todas direcciones, sin ningún tipo de orden. Esa oposición ‘tiempo lineal’ vs. ‘momentos’ me parece clarificadora y muy elocuente. Y nos sirve, básicamente, para aprender a jugar nuestras cartas en un mundo cada vez más esquizofrénico y alienado.

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